POLITICA
Indec e inflacin

Defensores críticos: cada vez se sostiene menos la manipulación de los índices, mientras suben los precios

Economistas para nada sospechados de pertenecer al "noventismo" acaban de coincidir en una premisa clave para que la situación económica no se desmadre: prestarle atención prioritaria a la inflación, con los remedios correctos, antes de que sea tarde.

default
default | Cedoc

Economistas para nada sospechados de pertenecer al "noventismo" acaban de coincidir en una premisa clave para que la situación económica no se desmadre: prestarle atención prioritaria a la inflación, con los remedios correctos, antes de que sea tarde.

A ninguno de ellos -Eduardo Curia, Aldo Ferrer y Roberto Frenkel- puede colgársele el sambenito de que no comulgan con las premisas centrales del paradigma económico actual: tipo de cambio alto, retenciones a las exportaciones y subsidios a actividades elegidas. Más bien, a la inversa, y es bueno recordar que los dos primeros acompañan desde adentro al Gobierno.

Tampoco podría creerse que políticamente alguno ha tenido propósitos secundarios de llevar agua para molinos ajenos, a la hora de poner sobre la mesa este tema tan sensible, que altísimos miembros del gobierno (y del anterior) se han acostumbrado a barrer de modo permanente debajo de la alfombra.

Al respecto, Alberto Fernández suele decir, con razón, que en un país con la memoria que tiene la Argentina, hablar mucho de la inflación genera expectativas inflacionarias, por aquello de no menear la soga en la casa del ahorcado. Sin embargo, las atendibles razones del Jefe de Gabinete se han estrellado ahora contra la realidad, ya se ha comprobado que no querer hablar de inflación mientras los bolsillos la registran in crescendo, genera expectativas mucho peores.

El proceso que se está dando, el que preocupa por igual a los tres economistas que obviamente no creen en el 8,4% oficial, es que, sin entrar en una espiralización, los valores han comenzado a viajar a ritmos no deseados, tal la propensión de cobertura que tienen hoy los actores económicos de acelerar sus comportamientos (como en otros tiempos, los consumidores compran las cosas antes de que aumenten, mientras los gremios piden más, por las dudas).

Los expertos han coincidido en que aquí hay un problema, y grave, sobre todo porque la grosería de esconder los índices mientras los precios siguen subiendo ya no tiene sustento. Marcar que estos reclamos no son del riñón "noventista", le agrega un dato de mínima contaminación al diagnóstico, para que por fin sea oído por quienes quieran oir: los acuerdos de precios, per se, no sirven en solitario para nada.

Pese a las diferencias de matices y con mayor o menor ortodoxia en cuanto a los remedios, los tres (quienes además observan como la desidia por no abordar un elemento tan sensible puede voltear lo que ellos creen como muy correcto en materia económica) se han atrevido, contra casi toda la corriente oficial, a darle un espaldarazo (indirecto o consensuado, el tiempo lo dirá) a la tranquilidad que necesita el ministro Martín Lousteau para disponer de cara a la sociedad otros remedios, monetarios y fiscales, para salir del atolladero y generar condiciones que mejoren la política de ingresos.

Pero para que esto funcione, habrá que comenzar por reconocer el pecado y plantear también de una buena vez la verdad, para que así los actores económicos comprendan que las cosas van en serio y que la aventura de manipulación de los índices ha llegado a su fin, con la cabeza de Guillermo Moreno o sin ella.