Los que lo defienden dicen que sin sus métodos la inflación sería más alta, que tiene un amplio
conocimiento de la cadena de valor y que facilita la información entre los eslabones para que no
haya sobreprecios. Los que lo condenan aseguran que con la destrucción de la confiabilidad del
INDEC aumentó las expectativas inflacionarias, que los controles de precios no sirven y que sus
modales espantan inversiones.
Todos coinciden en que
Guillermo Moreno, que esta semana cumplió dos años como secretario de Comercio, es
un hombre honesto y que la expansión de sus procederes que llegan a cada uno de los sectores
económicos no es otra cosa que la forma más explícita de la política decidida por Néstor Kirchner
con el alejamiento de Roberto Lavagna del Ministerio de Economía: “La economía soy yo”.
Dos años en que, si bien el crecimiento de la economía continuó por el consumo y las ventas
ascendentes gracias a los precios internacionales, algunas variables comenzaron a mostrar
deterioro. Entre ellas, el alza del salario real y la reducción del superávit fiscal, que el
Gobierno suele mostrar como un trofeo.
“En el tema precios es bastante obvio que, en los dos últimos años, la inflación se
aceleró de manera importante y volvió a estar entre los primeros lugares de preocupación de la
sociedad. Con lo cual, uno puede decir que en ese lugar la política no funcionó”, dice
Ricardo Delgado, de Ecolatina.
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