Tal vez haya sido el sol (africano, al fin) de Argel, quizás no pudo conciliar el sueño en el avión, o el tiempo de vuelo fue menor al previsto y no alcanzó a cumplir con la sesión de maquillaje habitual, pero llamó la atención ver a la presidente Cristina Fernández de Kirchner cumplir con las primeras actividades protocolares en Argelia con enormes anteojos oscuros.
Ni al ser recibida por el presidente Abdelaziz Buopeflika, ni cuando debió saludar a decenas de empresarios y personalidades locales, la Mandataria se quitó los lentes.
Luego llegaron los himnos, las salvas de cañonazos, la reunión en privado con Buopeflicka, pero los anteojos no se movieron. Al estilo de las estrellas, los argelinos deberán esperar hasta mañana para mirar a Cristina Fernández a los ojos.