Con su camiseta de Boca y medio cuerpo afuera de la ventana, Leonardo Sarmiento se convirtió en uno de los íconos que recuerdan el horror de la 22 de febrero de 2012, cuando el choque de un tren en la estación de Once dejó 51 muertos y más de 700 heridos.
Después de cuatro largas horas de rescate, estuvo internado durante dos meses y medio en el hospital Santojanni en el que llegó con fracturas y traumatismos múltiples, y una insuficiencia renal aguda por lo que tuvieron que hacerle diálisis durante toda la internación. Fue operado dos veces de la cadera y las piernas, y tuvieron que amputarle su oreja derecha.
A un año de la tragedia, Leonardo camina con dificultad y todavía tiene que enfrentarse a una nueva operación en las dos rodillas que hasta el momento no pudo hacer por no tener cobertura médica. A los 31 años y con una notable pérdida de peso, recibió a Perfil.com en su casa de Palomar donde vive con su mamá y sus cuatro hermanos. Leonardo asegura que el fatídico accidente le cambió la vida y es por eso que está bajo tratamiento psiquiátrico para tratar de seguir adelante.
“No sé cómo llegué a la ventana. Me acuerdo de estar parado en la puerta, escuchar como un estallido y nada más. Después me desperté en la ventanilla colgando”, cuenta Leonardo, que viajaba en el primer vagón.
Sarmiento trabajaba como plomero particular y viajaba todos los días a la capital. Desde la tragedia, se encuentra incapacitado para trabajar y sólo recibió un subsidio del Ministerio de Desarrollo Social de $2.000 durante los primeros tres meses.
Con la ayuda de sus abogados, Verónica y Juan Duarte, en diciembre del año pasado consiguió un trabajo en la Legislatura porteña. “Mis abogados llevaron mi Currículum Vitae por toda la Legislatura. Cuando Cristian Ritondo - vicepresidente primero de la Legislatura porteña- se dio cuenta quién era, me llamó y me ofreció el trabajo”, señala con una leve sonrisa.
Si bien todavía no puede ejercer el trabajo, desde diciembre Leonardo cobra un sueldo y tiene obra social, por lo que en los próximos meses podrá operarse las rodillas en el Hospital Italiano.
Cuando se le pregunta si volvió o volvería a viajar en el tren, su respuesta es contundente: "No, nunca más. Viajo de acá a Capital Federal en colectivo nada más”.
Matrimonio frustrado. En mayo del año pasado, a tres meses de la tragedia, Leonardo se casó con su entonces novia Mónica Chegoriansky, con quien se había comprometido un día antes del accidente. Pero el matrimonio duró sólo cuatro meses. Los problemas fueron varios, pero Leonardo asegura que "estamos en un período de distanciamiento y la separación no es definitiva".
Bajo tratamiento psiquiátrico. “Desde que estaba en el hospital y hasta el día de hoy sigo teniendo pesadillas", dice perturbado y agrega: "Sueño estar sentado en el medio del tren y gente que no conozco me mira fijo o a veces me aparecen sombras a la noche cuando estoy durmiendo”.
A causa de las pesadillas y los traumas comenzó un tratamiento psiquiátrico con antidepresivos porque pensó, incluso, hasta quitarse la vida. Además de la psiquiatra, todas las semanas acude a una psicóloga que lo atiende desde el choque.
Pedido de Justicia. Leonardo dice que nunca se reunió con ninguno de los sobrevivientes, ni con los familiares de las víctimas. Tampoco acudió a ninguna marcha o acto que se realizaron en la estación de Once a lo largo de todo el año. "Es muy difícil para mí", asegura.
Sin embargo, la semana pasada María Lujan Rey, mamá de Lucas Menghini, lo contactó para saber cómo estaba y le pidió que acuda a la marcha en Plaza de Mayo que están organizando los familiares y sobrevivientes de la tragedia para conmemorar el primer aniversario este viernes 22 de febrero. “Me hizo muy bien hablar con ella, el viernes voy a estar ahí”, expresó.
Al igual que el resto de los sobrevivientes y los familiares de las víctimas, Leonardo quiere Justicia. “Es lo único que quiero: ver a los responsables tras las rejas y que no se repita".
(*) Especial para Perfil.com.