POLITICA
A contramano por la Avenida de Mayo

El Cadillac, la noticia que asustó a Cristina y la patente que salió en la Quiniela: los recorridos de cada presidente en la asunción

El trayecto de 15 cuadras del Congreso a las Casa Rosada es un clásico del protocolo. Cómo fue cada uno, en estos 40 años de democracia.

Menem y Zulema, en la asunción
Menem y Zulema, en la asunción | Telam

Hay un día en el que está permitido ir en contramano en auto por la Avenida de Mayo. Debería ser un 10 de diciembre cada cuatro años, pero las excepciones marcaron los sobresaltos de la historia reciente. El recorrido de los presidentes entre el Congreso y la Casa Rosada el día de la asunción es un clásico del protocolo y parte de la fiesta de la democracia.

Para los jefes de Estado, este trayecto de 15 cuadras coincide con los primeros minutos en el poder formal. Pasan más lentos cuando el "baño de multitud" aplica su embudo. Más veloces si el ambiente (o el personaje en escena) es otro.

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10 de diciembre de 1983: Alfonsín en el "Cadillac de Perón"

Momento histórico. Reinaugurábamos la democracia y volvía el rito. Raúl Alfonsín empezó la mañana ceremonial con el "Rambler de Isabelita" y la cerró sobre el "Cadillac de Perón".

Del hotel Panamericano, donde estaba alojado, fue hasta el Congreso en el Ambassador blindado (probado con disparos de fusiles FAL) que había encargado la expresidenta en sus días bravos a cargo del poder del Estado. Para ir a la Casa Rosada, el presidente de la democracia recuperada se subió al Cadillac descapotable negro que Perón había comprado en 1955 y no pudo usar, porque ese mismo año fue destituido.

Cadillac presidencial en la asunción de Alfonsín
Las imágenes lo muestran durante el trayecto que hizo de pie, con su esposa María Lorenza Barreneche al lado. Los papelitos y los aplausos aportaron la épica. Años más tarde, Alfonsín contó que en ese momento solo pensaba en que no podía fallarle a tanta gente.

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8 de julio de 1989: a Menem le tocó en invierno

El gobierno de Alfonsín tenía que durar 6 años, pero la crisis adelantó los plazos. Las elecciones fueron en mayo y la asunción de Carlos Menem fue en julio, el 8, un sábado.

Con el riojano y su esposa Zulema Yoma se repitió la escena del Cadillac. El calor del peronismo se hizo sentir y al auto le costó avanzar entre la maraña de adherentes, fotógrafos con chalecos sponsoreados por Marlboro y la escolta de patrulleros, que todavía eran Ford Falcon.

Menem y Zulema, en la asunción
"Es un día de gloria", se entusiasmaba el locutor, mientras las cámaras de de la transmisión de ATC enfocaban un balcón donde había tres famosos. Victor Bo, Rolo Puente y Pablo Codevila, quien, entrevistado por una periodista dejaba fluir su ilusión: "Estoy muy emocionado y muy esperanzado porque tengo mucha confianza en él".

Los papelitos ya tenían otro grado de sofisticación. Volaban igual que los cortados a mano, pero eran volantes con el nombre del presidente que llegaba.

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10 de diciembre de 1999: De la Rúa, la última del descapotable

Siempre hay glamour en un descapotable, y si el Cadillac habilitaba cierta pompa, tiene lógica que con Fernando de la Rúa se haya clausurado su era, al menos hasta hoy.

Como con Alfonsín y con Menem, otra vez el presidente y la primera dama hicieron el recorrido saludando de pie. Sobre sus cabezas se desplegaba un armado de banderas argentinas y adornos navideños. Al costado, acompañaba a la caravana un objeto que quedó como parte de la escenografía de esa mañana: un globo con el nombre Quique Benedetti, un dirigente radical que consiguió "robar cámara" en un día tan especial.

Asunción De la Rúa
Entre banderas de la Alianza y otras tricolores del Frepaso, De la Rúa llegó a la Rosada. "Dicen que soy aburrido", se atajaba en un spot y tal vez su recorrida por la Avenida de Mayo confirmó algo de eso. El periplo terminó en la explanada de Hipólito Yrigoyen, con el saludo que le surgió, parecido al de Alfonsín pero con las manos adelante del pecho.

25 de mayo de 2023: Kirchner, y la noticia que asustó a Cristina

No hubo diciembre para Néstor Kirchner. O sí, pero cuando llegó ya estaba gobernando hacía 7 meses. 2001 y 2002 habían sido años durísimos y en aquella fecha patria de la asunción no había lugar para convertibles presidenciales. Era, también, una cuestión de estilo del presidente de los mocasines y las biromes. Ese día la escena transcurrió entre desordenada y disruptiva, aunque sin dudas era algo nuevo.

El santacruceño inauguró la era del mismo auto para todo el día. Particular y con techo, en su caso un Laguna azul (la coincidencia con la el nombre de la película es eso, una coincidencia) de la Gobernación de su provincia. Con el Renault fue desde su casa hasta el Congreso y también del Congreso a la Rosada.

Marco militante: banderas de todos los rincones del conurbano, una enorme de Quindimil; estandartes de Brasil, Bolivia, Venezuela, "la patria grande". Y los cohetes tres tiros, y la nube de periodistas con grabadores a cassette y teléfonos con antenitas.

Néstor Kirchner
A metros de la casa de gobierno, el Laguna frenó. Kirchner se bajó (iba en al asiento de atrás con su hija Florencia), pasó por atrás del auto y fue a buscar su "baño de multitud" con la gente que estaba detrás de las vallas.

Cristina lo perdió y llegó con Florencia y con Máximo hasta la explanada. En un momento apareció alguien de la seguridad y le informó: "Néstor se lastimó en la frente y lo llevaron a la enfermería". Todos corriendo. El presidente había sufrido un corte al chocar la frente con la cámara del fotógrafo Martín Acosta, de Clarín."No fue nada", repetía, mientras le cerraban la herida con pegamento

El tajo quedó como un símbolo. En la plaza, la gente cantaba: "Y ya lo ve/ Y ya lo ve/ es para Menem que lo mira por TV". El riojano se había bajado del balotaje 11 días antes.

 

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10 de diciembre de 2007: Cristina llegó con música

Los períodos se ordenaron y volvió la fecha clásica. Cristina Kirchner juró en el Congreso y saludó a la gente a la distancia. A su derecha estaba Néstor, que la sostenía de la cintura. A su izquierda, Julio Cobos.

La pareja subió al Audi negro presidencial. Esta vez iba adelante Florencia. El auto avanzó y Néstor y Cristina saludaban con un nivel de parejo de intensidad. También de protagonismo.

Néstor Kirchner y Cristina Kirchner
En la Plaza de Mayo los esperaban banderas peronistas (una gigante del gobernador tucumano José Alperovich se imponía a las demás) y también radicales, por la fórmula mixta. "Tenenos el privilegio de compartir este día irrepetible", decía el locutor, mientras de fondo sonaba un tema de Abel Pintos cuando tenía el vozarrón tan diferente a la voz actual.

Bajaron del auto y Cristina le pasó el bastón a su hija para liberarse las manos y seguir saludando. La intención era festiva y casi el mismo tiempo empezaba un recital. Alejandro Lerner, de sombrerito, pelo larguísimo y una camiseta retro de la Selección, esta vez no arrancó con una balada sino con un rock and roll.

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10 de diciembre de 2015: Macri y el híbrido que debía patentes

Con Mauricio Macri fue la primera vez que el auto hacía juego con el vestido claro de la primera dama. El o "la" (algunos le dicen camioneta) Touareg blanco (o blanca) era un moldeo poco visto en las calles. Volkswagen había vendido solo unas 20 unidades de este híbrido. Su precio rondaba los 200 mil dólares, una locura.

Macri lo usó desde que salió de la cochera de su departamento hasta su llegada a la casa de gobierno. Cuentan que pidió el "Cadillac de Perón", guardado en un galpón de Olivos, pero no estaba en condiciones de circular. El último que se había dado el gusto de manejarlo había sido Hugo Chávez, que en una visita dio una vuelta por las calles internas de la residencia con Julio de Vido como copiloto.

Asunción de Macri
Pero Macri le encontró la vuelta para hacer algo intermedio: a falta de descapotable, sirve un auto con ventana en el techo. Y así hicieron el recorrido, con Juliana Awada, los dos con medio cuerpo afuera.

Eso sí, la prensa descubrió un detalle incómodo: el híbrido modelo 2013 debía patentes de 2014, por un monto de 41 mil pesos de la época.

10 de diciembre de 2019: Fernández, con los dos dedos en V

Es cierto, como se recuerda, que el día de su asunción Alberto Fernández rompió la regla y manejó él mismo su Toyota Corolla. Qué el presidente estuviera al volante enviaba un mensaje: era el "hombre común" con una tarea trascendente. El modelo también comunicaba algo: iba en el auto más vendido de la historia.

Pero eso fue en la primera parte de la mañana, en el trayecto hacia el Congreso. El tradicional recorrido por la avenida de Mayo lo hizo en el mismo auto, pero como pasajero. Se sentó atrás, con Fabiola Yañez. Su hijo Dyzhy disfrutó el viaje desde el asiento del acompañante.

Alberto Fernández en la asunción
Esta vez no hubo granaderos alrededor. Solo otro autos y motos. Cuando se armó el embudo popular, se hacía dificil descubrir el auto entre la multitud. El presidente entrante hizo de los dedos en V el saludo permanente, tal vez para revalidar ante la militancia que él era tan peronista como su impulsora Cristina.

Con el estruendoso "Néstor no se murió", le tiraron el peso de la historia reciente. Pareció, además funcionar como una advertencia.

Ese día, una placa de Crónica llamó la atención: "El peronismo da suerte, Alberto a la cabeza" ¿Qué había pasado? Las tres cifras de la chapa del Corolla, 769, habían salido en la Quiniela. 600 pesos por cada peso apostado, bien.

"Una señal de reactivación de la economía", se animaron a augurar algunos usuarios en Twitter, con esas palabras, u otras parecidas.

 

LT/ff