La pelea de este domingo para renovar un tercio del Senado y la mitad de la Cámara de Diputados encierra un verdadero plebiscito para la gestión de Javier Milei. La proyección de semejante pulseada reedita los costos políticos para la Casa Rosada, especialmente después de nacionalizar las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre, donde la alianza de La Libertad Avanza con el PRO perdió por una desventaja de 14 puntos frente a un peronismo que, hasta entonces, afrontaba un escenario cargado de incertidumbres por las internas en estado latente que sólo pudieron contenerse para el cierre de listas.
Han pasado seis semanas desde aquél cimbronazo que federalizó el revés bonaerense para el Gobierno, y desde entonces se aceleró la dinámica inusual del Congreso. A diferencia de otros comicios de medio término, las dos cámaras del Poder Legislativo han sido una caja de resonancia activa, sin pausa, de la tensión con el Poder Ejecutivo. Este domingo llegó el momento de saber, a partir del veredicto de las urnas, hasta donde impactará la decisión libertaria de hacer campaña con la motosierra, en un contexto de campaña signado por escándalos que sacaron al Gobierno de su zona de confort. La administración libertaria estuvo obligada a recalcular su estrategia e incluso intentar un cambio fallido de candidato, después de la revelación de PERFIL sobre el pago de 200.000 dólares que el entonces aspirante bonaerense de LLA, José Luis Espert, recibió de Federico “Fred” Machado. El empresario aguarda ser extraditado a Estados Unidos acusado de lavado de dinero, fraude y narcotráfico y su vínculo con el poder libertario abrió un frente que la Rosada no pudo controlar y recién pudo mitigar cuando recibió el auxilio del PRO para salir del naufragio de Espert.
La campaña entró en su etapa final hace dos semanas, pero cierra un proceso que comenzó en febrero con una serie de comicios desdoblados. Este domingo se condensarán esas experiencias, pero también sus resultados, como el prólogo de una disputa que es clave para Milei para el futuro de su gobernabilidad. La clave estará puesta en la capacidad que tenga la oferta libertaria en todo el país para superar el 35% de los votos a nivel nacional y concentrarse en un objetivo estratégico: contar, al menos, con el tercio necesario en la Cámara Baja para contar con los 86 u 87 diputados que le permita al oficialismo seguir blindando los vetos presidenciales a las normas que sancione el Congreso. Los antecedentes no son esperanzadores, porque la capacidad del Gobierno para mantener sus vetos a flote ha comenzado a resquebrajarse, con nuevas victorias opositoras que, aun con resultados positivos para LLA, seguirán repitiéndose a partir del 10 de diciembre, cuando finalmente juren los legisladores que resulten electos este domingo.
En Diputados se renovarán 127 bancas y el escenario de la polarización extrema abre interrogantes sobre cuál será la geografía y la aritmética del recinto que conduce Martín Menem. Todo es tan frágil y provisorio que, incluso sin los resultados en la mano, dentro del recinto las fuerzas políticas que apoyaron su presidencia de la cámara aseguran que el oficialismo deberá revisar sus métodos de negociación si pretende mantener al legislador riojano en ese cargo.
El camino libertario para obtener los 86 respaldos necesarios para blindar vetos no asoma libre de obstáculos. El bloque de LLA, que conduce el cordobés Gabriel Bornoroni, tiene 37 bancas y solo arriesga ocho este domingo. A pesar de los números esquivos, el oficialismo puede mantener ese pelotón, pero siempre muy lejos del cuórum de 129 voluntades necesarias para sesionar. Quedarían más cerca queda acumular el tercio que Milei considera estratégico, pero el crecimiento no será por quitarle escaños a la oposición, sino por la posible absorción de las bancas que podrían perder aliados esquivos del Gobierno en las legislativas de hoy. Los espacios políticos que le prestraron sus votos a Milei en los últimos dos años sabrán si afrontarán costos que pongan en crisis su capacidad de negociación, pero también de condicionar a un Gobierno que, con el respaldo de la Casa Blanca, sondea aliados deslusionados para que vuelvan a prestar apoyo.
Un ejemplo paradigmático es el PRO. El bloque que preside Cristian Ritondo tiene 35 bancas, pero pone en juego 21, con una gran posibilidad de afrontar una reducción de su peso específico en el recinto. Otro exsocio de Juntos por el Cambio transita la misma preocupación. El bloque de la UCR, que preside el saliente diputado Rodrigo De Loredo, cuenta con 14 bancas y para seguir igual, necesita mantener las 11 que pone en juego. Todo en un proceso de balcanización del espacio, dividido en cuatro partes que el año que viene podrían reunificarse, pero después de saldar si serán la expresión de un interbloque de Provincias Unidas, el frente sostenido por gobernadores radicales, macristas y peronistas no kirchneristas que competirán en 14 distritos. Las bancas que puede perder el PRO y la UCR pueden ser parte del crecimiento exiguo que podrían tener los libertarios. El tercer exsocio de JxC es la Coalición Cívica. El espacio es conducido por Maximiliano Ferraro, cuenta con seis bancas y debe renovar cuatro, con un gran riesgo de quedar reducido a un bloque de dos bancas.
El conglomerado de Encuentro Federal, que preside Miguel Pichetto cuenta con 15 escaños y tiene siete que vencen el 10 de diciembre. En ese tinglado la sobrevida pasa por la reunificación del radicalismo, el lanzamiento de PU en el Congreso y la necesidad de no perder bancas para evitar un achicamiento que sólo beneficie a La Libertad Avanza o permita que el panperonismo supere sus expectativas.
Otro aliado en estado asambleario es el bloque Innovación Federal, integrado por misioneros y rionegrinos, que actuaron por decisión de sus gobernadores. Tienen ocho bancas y renuevan solo tres. Con esas debilidades numéricas y las dudas de campaña, el peronismo transita una paradoja. Tiene 98 bancas y pone en juego a 46, pero las chances de mantener ese numero y crecer hasta 106 bancas, depende de una mala elección para el oficialismo y los demás aliados esquivos del oficialismo, que podrían afrontar en las urnas los costos de bancar a Milei en un Congreso que desprecia.
Senado: mayoría opositora
De los 24 senadores que se renovarán este domingo, se juega otro interrogante para el oficiaismo. Con siete bancas, hay chances de que triplique sus escaños, pero seguirá a merced de acuerdos con aliados esquivos que podrían afrontar una reducción de sus conglomerados. Distinta es la situación de Fuerza Patria, que puede mantener sus 34 escaños y seguir a un paso del cuórum. La clave se jugará en las ocho provincias que hoy eligen senadores.