La victoria de Alberto Fernández en las PASO le abrió un inesperado frente externo ante la posibilidad cierta de un gobierno del Frente de Todos. Las insistentes embestidas del brasileño Jair Bolsonaro y la peculiar advertencia del hombre fuerte del chavismo Diosdado Cabello, contrastan con el silencio de Estados Unidos, frente a lo cual, Fernández se para diferente.
Tras tildar a Bolsonaro de “misógino, violento y racista”, Fernández anunció que no le respondería más al brasileño para preservar el lazo con Brasil, “un vínculo que tenemos que cuidar”, dijo el jueves en Telefe. En su entorno, repiten la misma fórmula:“Bolsonaro es una coyuntura” y Brasil, una “relación estratégica”. Confían en la moderación de la diplomacia de Itamaraty y en los canales técnicos si fracasa la foto política.
Desde la cárcel, Lula da Silva fustigó por TVE Bahía a Bolsonaro: “No puedo creer que un presidente de Brasil tuviera la insensatez y la ‘caradurez’ de hablar de su más importante aliado comercial y estratégico ofendiendo al pueblo argentino”. Con todo, ayer Bolsonaro abrió un haz de luz al diálogo, siempre en su tono. Al ser consultado respecto a si conversaría con un Fernández presidente, contestó que habla con todos, “también con la izquierda”. Por supuesto, antes puso en duda el compromiso de Fernández con la democracia y reiteró la amenaza de irse del Mercosur.
Venezuela, en cambio, es un tema más incómodo para Fernández, por el histórico vínculo con Hugo Chávez y el caótico presente bolivariano. Cabello, cabeza de la Asamblea Constituyente, lo previno sobre creerse que el triunfo había sido propio. “Es un pueblo que le dice que no al neoliberalismo, no defrauden a ese pueblo”, le aconsejó.
Fernández no dudó en definir al gobierno chavista actual como autoritario y cuestionar a Nicolás Maduro por no garantizar la institucionalidad. En su espacio, catalogan a Venezuela como una “crisis institucional profunda” que demanda una mediación solidaria, lejos de cualquier “injerencia”.
En este contexto, Washington no es ajeno al resultado del domingo pasado. Y Alberto mismo diferencia entre Trump y Bolsonaro en público, no importa los adjetivos en común. “Distinto peso”, puntualizan a su alrededor, conscientes de las difíciles negociaciones financieras por delante.