“Pasamos todo el día entregando los bolsones de Navidad a cada uno de los compañeros. No pude cumplir con la costumbre de comprar los regalos: no tenía plata. Llegar a casa, abrir la heladera y que no haya nada para comer te da impotencia”. Así describe Cristian Villalba, obrero y delegado de Cresta Roja, las horas previas a la Nochebuena. Esta semana, el conflicto pegó un salto cuando los obreros decidieron cortar la autopista Riccheri a la altura del aeropuerto. Una orden judicial dispuso el desalojo total. “Teníamos un canal de diálogo abierto y habíamos acordado una medida simbólica –explica a PERFIL Julio Gramajo, también delegado–. Nosotros cumplimos el acuerdo pero el Gobierno no”. “Guillermo Sánchez, un compañero nuestro que es grande, sufrió un ACV por toda la tensión”, cuenta.
Luego de los incidentes, los delegados tuvieron una reunión con el ministro Jorge Triaca. “El Gobierno tiene la mejor predisposición y no quiere despidos –señala Villalba–. Igual, en un momento les dije: ‘Yo les tengo que informar a los compañeros que sólo van a tener los $ 4 mil del Repro y un bolsón para Navidad’”. Los obreros obtuvieron, además, el compromiso de $ 6 mil para enero, y el alimento necesario para mantener a las gallinas y pollos que quedan en la planta. Hoy, la Justicia dictó la quiebra de Cresta Roja y el Gobierno buscar nuevos empresarios. “Mañana se junta el Gobierno con posibles compradores, el martes tendremos un panorama”, cuenta Gramajo.
Norma Lamas, esposa de un operario, dice que la situación la desesperaba: “Armamos la Comisión de Mujeres para apoyar a nuestros esposos. Asistimos a las movilizaciones y el acampe. Recibimos donaciones y las repartimos. Al principio, a algunos de los muchachos no les gustaba que sus mujeres estén en el conflicto. Después se acostumbraron y cuando no vamos preguntan por la que faltó”.