A las seis de la tarde del martes, el mismo día en que el ex secretario de Obras Públicas había revoleado un bolso lleno de dólares por la madrugada, unos 120 mil tuits ya referían al “Lopezgate”. Con los mensajes distribuidos en cinco hashtags distintos, todos de tono crítico o burlón hacia el kirchnerismo, el impacto en redes ya era “total”, según se entusiasmó un funcionario desde su oficina en la Rosada. Así, el Gobierno celebró como un gol propio la detención de José López, sobre todo porque le permitió salir de la lupa mediática. El macrismo a su vez bajó línea para que, en adelante, sólo desde Nación se refieran (y capitalicen) el caso.
Si bien en un primer momento el Ministerio de Seguridad bonaerense, a cargo de Cristian Ritondo, tomó las riendas comunicacionales del affaire (con conferencias de prensa, opiniones, distribución en exclusiva de audios y videos para determinados programas, como los de TN y Canal 13), después el macrismo optó por cambiar ligeramente la estrategia. Ordenó que desde Casa Rosada, y ya no desde la provincia de Buenos Aires o en voz de dirigentes de segunda línea, se concentrara la toma de partido.
Para Macri, entonces, se trató de un “episodio bochornoso”. Según el jefe de Gabinete, Marcos Peña, la detención resultó “sorpresiva”, en un intento de despejar cualquier sospecha sobre una posible mano del Gobierno. Y apuntó más allá: “No cabe ninguna duda de que Néstor y Cristina son responsables políticos de que el secretario de Obras Públicas de sus tres gobiernos terminara poniendo una bolsa de diez millones de dólares por arriba de un muro”.
“El principal beneficio es que salimos de la agenda: ya no tenemos que explicar, justificarnos, prometer”, afirmó un dirigente de peso en el equipo comunicacional. Es que hasta antes de que López tirara los bolsos de dólares sobre el muro del convento de General Rodríguez, el macrismo se encontraba en una actitud a la defensiva, en un contexto de ajuste, tarifazos en los servicios públicos y leve caída de la imagen presidencial.
Casi sin buscarlo, el Gobierno hizo carambola: se revitalizó de un golpe, mientras el espacio opositor sumó confusión y desprestigio. En Diputados, el macrismo logró media sanción a dos proyectos cuestionados, como el de blanqueo y el de jubilaciones del Ejecutivo. Y con Miguel Angel Pichetto reconvertido en una especie de vocero oficialista, el Senado aprobó las designaciones de Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz para la Corte Suprema.
En la Rosada calculan que el caso López perjudica especialmente al kirchnerismo, sin reportar mayores beneficios para otros actores del peronismo opositor, como el amigo-adversario Sergio Massa. Según las mediciones del PRO, el tablero político sigue siendo mayoritariamente percibido como un juego de dos: macrismo y kirchnerismo.
A pocos días de que empiece el segundo semestre, pero sin señales de la reactivación económica prometida, en el Gobierno afirman que el Lopezgate no implica una carta blanca por tiempo indefinido. Pero a la vez afirman,
por lo bajo, que no podría haber llegado en un mejor momento.