POLITICA
Cambios en el mapa poltico latinoamericano

El Gobierno teme que la muerte de Hugo Chávez debilite el eje regional

El kirchnerismo descuenta Maduro triunfará. Pero prevé que Venezuela reducirá su presencia. Galería de fotos

Líderes. El ataúd cubierto por una bandera venezolana ante la mirada de jefes de Estado, familiares y funcionarios. El mandatario venezolano, Nicolás Maduro, recibe las condolencias de Dilma Rousseff
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El Gobierno nacional deslizó sus temores frente a la posibilidad de que el fallecimiento de Hugo Chávez debilite el eje  político que comparte con Brasil en la región. Aunque la diplomacia nacional descuenta un triunfo del chavista Nicolás Maduro, sabe, con certeza, que su posición será más endeble y que necesitará ganar con contundencia para consolidarse puertas adentro. Del rol que adquiera Maduro en este período depende muchas cosas, entre ellas, la relación política y comercial con la Argentina.

En menos de diez años, el intercambio comercial entre los dos países pasó de 100 millones de dólares a 4 mil millones de dólares. Venezuela provee petróleo y Argentina, alimentos. Pero, además, la presencia de Chávez era fundamental para la unidad de la región: fue el impulsor de la Unasur, la Celac y el ALBA (un tratado de libre comercio latinoamericano), y el año pasado su país ingresó como miembro pleno del Mercosur. Su ausencia puede desequilibrar el mapa político y dejar a Brasil como el interlocutor latinoamericano ante el resto del mundo, por la magnitud de su PBI, su posibilidad de ingresar  con una banca permanente al Consejo de Seguridad de la ONU, y por su cantidad de habitantes, que supera los 190 millones.

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En cambio, quienes pierden relevancia regional son Cuba, Nicaragua, Ecuador y Bolivia. "Ninguno en la región tiene la ambición, el apetito por el poder, pero especialmente el dinero, para reemplazar a Chávez. El ALBA empezó a declinar en los últimos años y la muerte de Chávez acelerará ese proceso. Cada uno de esos países seguirá por distintas sendas”, explicó a PERFIL Michael Shifter, presidente de Interamerican Dialogue.

Diálogo. Maduro ejerció durante mucho tiempo un doble cargo: era ministro de Relaciones Exteriores y vicepresidente. En su función de canciller, participó de las reuniones que, cada seis meses, se hicieron con la Argentina para tratar temas de la agenda bilateral. El rol lo llevó a tejer un diálogo fluido con su par Héctor Timerman, con el ministro de Planificación, Julio De Vido, y con otros funcionarios, como el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina.

Pero Maduro tiene un desafío político trascendental: hacerse fuerte dentro del chavismo, una fuerza en la que confluyen distintas posturas y que extrañará la presencia de Chávez, que contenía esas diferencias. Es muy difícil suplir una personalidad como la del mandatario fallecido. Los especialistas calculan que la primera reacción de Venezuela, cuando se elija al nuevo presidente, será la de encerrarse sobre sí misma. Y eso, a priori, no sería bueno ni para la relación con la Argentina ni para la relación con el resto de los países de la región.

Aunque consideran que es prematuro adivinar cuál será el futuro de la región sin Chávez, los funcionarios kirchneristas consultados creen que, en principio, se mantendrá la alianza estratégica.

Recientemente, el ex vicecanciller chavista Vladimir Villegas, actualmente en la oposición, había evaluado en diálogo con este diario que Nicolás Maduro, en caso de triunfar en las elecciones, tendría que concentrarse en el frente interno venezolano y que no sería una figura relevante a nivel internacional. “Aunque no habría cambios importantes en las líneas de la política exterior, existe una distancia insalvable entre el liderazgo de Chávez y Maduro, que debería buscar equilibrios con sus rivales en el chavismo y enfrentar un panorama económico incierto. Las presiones políticas no le permitirían el escapismo hacia afuera y complicarían la generosidad hacia los aliados. Sin dudas habría una presencia internacional más discreta de Venezuela”, afirmó por ese entonces el hermano del ministro de Comunicación, Ernesto Villegas.

En el Gobierno argentino dijeron a este diario que junto a Brasil y Chile, entre otros países, intentarán mantener la estabilidad política de Venezuela, para evitar daños colaterales, como por ejemplo la pérdida de autonomía política frente a las potencias internacionales.

La preocupación inmediata de la Casa Rosada es que Maduro saque muchos votos y eso lo deje bien parado hacia adentro del chavismo. Pero el carisma y la personalidad, se sabe, son valores intransferibles.

Para los funcionarios kirchneristas, la muerte de Chávez es similar a la de Juan Domingo Perón, porque nunca nadie pudo atribuirse un liderazgo similar, y porque su ausencia no implicó la desaparición de su espacio político, el peronismo. En definitiva, la Casa Rosada prevé, de este modo, que el chavismo no se va a terminar, pero descarta un debilitamiento de su intensidad regional.