POLITICA
Opinión

El problema de los debates es cómo saber quién miente

El actual diputado nacional y excandidato presidencial analiza el formato de los debates y narra su propia experiencia.

Daniel Scioli, en la entrevista con Jorge Fontevecchia.
Daniel Scioli, en la entrevista con Jorge Fontevecchia. | pablo Cuarterolo

Casi como un encuentro de boxeo, los debates entre candidatos electorales, divididos en “rounds” temáticos de 3 minutos, son en teoría una importante herramienta para proveer información al lector.

Desde mi vivencia estoy en condiciones de afirmar que cuando se tiene la certeza de que quien tenés en frente está faltando a la verdad, queda un sabor amargo y como consecuencia de ello se ve desvirtuada la esencia del debate democrático.

Las reglas consensuadas entre equipos de asesores tienden a evitar que los candidatos confronten profundamente. Con el objetivo de mantener el orden y que los tiempos se respeten, esa falta de interacción nos priva también de poder desenmascarar al rival directamente cuando sabemos que está mintiendo, presentando datos inexactos o haciendo falsas promesas. 

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Entonces, en apariencia no se puede controlar antes o castigar después las mentiras que pueda decir un candidato.

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Sin embargo, luego de mi experiencia en el recordado debate del 2015 pienso otra cosa. En los debates presidenciales, que tanta audiencia y repercusión tienen, los candidatos establecen un contrato, un compromiso con los ciudadanos y, si ese compromiso no se cumple la ciudadanía más temprano q tarde castiga con su voto a quien faltó a su palabra  y da validez retrospectivamente a quien advirtió lo q iba a suceder en caso de que su contrincante ganara las elecciones (más allá de las promesas).

Por otra parte, ante la eventualidad de que quien no cumplió con sus propuesta se vuelva a presentar a las próximas elecciones, la legitimidad de sus nuevas promesas estarán condicionadas por el correlato q exista entre lo q propuso 4 años atrás y su acción de gobierno.

El recuerdo del debate 2015 está fresco y la ciudadanía estará bien atenta a las promesas de los que ya la incumplieron una vez.

En definitiva considero que aquel candidato que actúe con responsabilidad, prudencia, realismo y sensibilidad de cara a la complejidad de la situación económica y social del país, no sólo será reconocido como ganador del debate sino y mucho más importante aún, tendrá la confianza del pueblo Argentino y conducirá los destinos del país.    

(*) Diputado nacional, excandidato a presidente