Ganar la copa mundialista no es únicamente un objetivo deportivo para los 32 países que participan en el Mundial de Qatar. Ganar la copa también puede convertirse en una buena noticia económica.
Si viajar desde la Argentina a Qatar puede involucrar unos 15 mil dólares por persona para palpitar en vivo la sensación mundialista; al país llegaría a representarle un fuerte impulso para reactivar el nivel de actividad económica, que viene golpeado por la pandemia, las consecuencias de la guerra en Europa y, como señalan muchos sectores productivos, las limitaciones de las compañías de acceder a insumos importados.
El economista Marco Mello, de la Universidad de Surrey, Inglaterra, desarrolló un cálculo mundialista particular. En un paper que se llama “Una patada para el PBI: el efecto de ganar la copa mundial de la FIFA”, proyectó cuánto crece en todo el año el Producto Bruto Interno en un país cuya selección de fútbol ganó un Mundial.
Ese documento utilizó datos de la OCDE a partir de 1961 para examinar si ganar el Mundial impulsa el crecimiento del PBI y comparó con lo que ocurrió en las economías de los países que fueron campeones.
De acuerdo con el análisis que desarrolló Mello, se llegó a la conclusión de que quien se alza con la Copa del Mundo genera un efecto positivo en la economía de su país que, al menos, se traduce en un incremento del PBI de al menos 0,25% en los seis meses siguientes al triunfo mundialista.
Es decir, la “patada para el PBI” de acuerdo con el estudio realizado en la casa de estudios británica impactará en por lo menos 0,25% del PBI en dos trimestres.
De los 32 países que participan, el campeón le tirará un centro a su economía
De acuerdo con las conclusiones de ese informe, el resultado parece impulsado principalmente por un mayor crecimiento de las exportaciones, lo que es consistente con un mayor atractivo de los productos nacionales y servicios en el mercado mundial tras la victoria de un gran evento deportivo. Y el mismo paper advirtió que los resultados no se trasladan a la economía del país anfitrión del Mundial.
Seguramente eso deber haberle ocurrido a Inglaterra tras ganar la copa mundialista en 1966. Y por supuesto a la Argentina tras los triunfos del 1978 y de 1986.
Podría ser, entonces, una gran oportunidad para este año si el equipo nacional ganara. Claro que habría que ver si, en ese caso, la hipotética situación serviría para contener la alta inflación nacional, que cerraría este año en tres dígitos y que ocuparía el puesto séptimo en el ranking de los países con mayores subas de precios del campeonato inflacionario internacional.