Los celulares salieron del modo avión a las 5.30 del viernes. Mientras el Presidente y algunos funcionarios leían los chats que entraban después de casi 13 horas de vuelo, Gabriela Cerruti fue quien alzó la voz para decir que el discurso de Cristina Kirchner no había dejado críticas a la gestión. Hubo alivio en la comitiva que voló de Madrid a Buenos Aires mientras la vice hablaba en un acto armado por el Día de la Militancia.
La escala de diez horas alejó (intencionalmente) al Presidente del operativo “Cristina 2023” del 17 de noviembre. Desde su entorno aseguraban no estar pensando en lo que podría decir la vicepresidenta, pero no bien recuperaron la señal revisaron los principales titulares sobre su discurso y se quedaron tranquilos. Fue la portavoz, Gabriela Cerruti, quien dijo que estaba todo bien, algo que ya adelantaban antes de retornar a la Argentina al explicar que ante en la convocatoria amplia que incluyó a distintos sectores del Frente de Todos se podía prever que no habría fricciones y sería un discurso similar al de su última aparición en el escenario de la UOM.
Alberto Fernández se hizo estudios en el Sanatorio Otamendi y regresó a Olivos
En el avión aseguraron que las discusiones internas comenzaron a ordenarse. El llamado de la titular del Senado al jefe de Estado para saber cómo estaba de salud se extendió más de lo pensado. Repasaron desde la reunión con Xi Jinping hasta recordar episodios de la salud de Néstor Kirchner. Sin embargo, hay un punto en el que aún no se pueden poner de acuerdo y es el de armar una mesa política para definir la estrategia de gobierno y electoral.
Las charlas en el viaje de regreso no fueron largas: el Presidente debía descansar. Sin embargo, hubo tiempo para que Sergio Massa mostrara su preocupación por la suba de los dólares financieros en los últimos días, aunque explicó que solo se trataba de movimientos especulativos. Después de aterrizar, Alberto se fue a la Quinta de Olivos. Por recomendación de su médico Federico Saavedra, deberá hacer reposo después de iniciar una serie de estudios médicos en el Sanatorio Otamendi.
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Según los funcionarios que acompañaron al jefe de Estado en la gira, Fernández estaba “asustado” por su salud después de ser diagnosticado con una gastritis erosiva. “Si no hubiésemos necesitado los cinco mil millones del swap, levantaba la agenda y se volvía a Buenos Aires”, admite uno de sus funcionarios. Otro detalla que “hizo un esfuerzo importante” para estar en la reunión bilateral con Xi Jinping. “Si no iba él, la bajaban. Ni siquiera nos daban un mano a mano canciller con canciller”.
El embajador en China, Sabino Vaca Narvaja, había adelantando la importancia del encuentro, ya que en los días previos este país se mostraba dispuesto a atender los reclamos de la Argentina. Así fue: en 20 minutos, traductor de por medio, el jefe de Estado se llevó el compromiso de que antes de fin de año podrá contar con la libre disponibilidad de 5 mil millones de dólares y el desembolso de la deuda e inversión por las dos represas de Santa Cruz. “Xi Jinping llegó con todo anotado y, siguiendo estrictamente los protocolos, comenzó hablando de la importancia de la relación, de los cincuenta años de amistad, y cuando le tocó a Alberto, fue directo a los reclamos, a lo que el presidente chino respondió con más protocolo”, relató uno de los participantes.
En ese momento creyeron que no se llevarían nada, pero minutos después, Jinping sorprendió diciendo que harían una excepción y se destrabarían los pedidos. Otro gesto: sentó a la reunión a su titular del Banco Central y al presidente del Comité de Desarrollo, a cargo de las represas para comprometerlos con los plazos que dio. Lejos del último 17 de noviembre en el que tuvo su Plaza de Mayo para lanzar las PASO y la reelección, esta vez, el Presidente militó los avances con China y con el FMI.