El sindicalismo cumplió ayer el objetivo de enviar una advertencia clara al presidente Mauricio Macri y todo el espectro político: con el fin del kirchnerismo ellos tienen la llave de la calle. Y si la cuerda se tensa, podrían ser catalizadores de una coalición bastante más temible que el Frente Ciudadano lanzado por la ex presidenta Cristina Kirchner en las puertas de Comodoro Py.
Por ahora, sólo ensayaron flexiones de músculo y advertencias. Los lectores más avezados del sindicalismo y sus más sinceros voceros confirman que su objetivo es aún negociar con el Gobierno desde una posición de fuerza, no buscar la ruptura. Con cuatro meses de mandato, nadie (con capacidad de convocarlo) habla en serio de un paro general.
Eso sí, tampoco nadie duda que habrá conflictos puntuales que deberán ahora ser entendidos por el nuevo armado sindical que logró conjugar en un escenario a sus principales referentes: “Esto hoy se inicia, con la participación de las cinco centrales y vamos a seguir trabajando para la unidad de los trabajadores”, avisó
Hugo Moyano en su discurso de cierre.
El camionero calibró durante toda su intervención una ambigüedad entre el reclamo directo al Presidente y la moderación: “Esto no es en contra de nadie, es a favor de los trabajadores. Y el que se ponga en contra de los trabajadores sí lo vamos a enfrentar”. Buscó mostrar que la relación que la gestión Cambiemos tenga con los sindicatos dependerá de ellos: “No somos enemigos del Gobierno, sí somos enemigos de las políticas que implementa el Gobierno en perjuicio de los trabajadores”.
Hugo Yasky, Pablo Micheli y Antonio Caló remarcaron, cada uno con su estilo, la idea de que aún hay margen para que sus reclamos tengan respuesta (y también para endurecer su posición frente al Gobierno). Entre los temas que eligieron los cuatro secretarios generales estuvo la pérdida del empleo y la inflación como los ejes centrales. Fueron también el eje del documento conjunto que se leyó al inicio del acto.
Caló y Yasky, aliados del gobierno saliente y con fuertes vínculos con el PJ y otras organizaciones kirchneristas, fueron los más terminantes a la hora de remarcar que un eventual veto a la regulación antidespidos, que impulsa el PJ en el Senado, podría ser la diana que anuncie una carga fuerte y unida del gremialismo.
“Si el señor Presidente veta esta ley, el movimiento obrero en su conjunto va a salir a pelear en la calle”, disparó el líder de la CGT Alsina. “Este acto va a ser una miniatura en comparación con el acto” que se realizaría si se concretara el veto que anunció el presidente Mauricio Macri, advirtió a su turno Yasky.
La referencia a las propuestas legislativas en debate estuvo en todas las intervenciones. La primera muestra de unidad, previa a la acción de ayer, había sido la presentación de proyectos en el Congreso durante las audiencias a las que habían asistido representantes de las cinco centrales.
Camino a la unidad. A pesar de algunas bajas, el sindicalismo logró una cuidada puesta en escena del nuevo eje de “unidad en acción”. En el pasado, ello incluía sólo a la CGT Azopardo, la CGT Azul y Blanca de Luis Barrionuevo, la CTA de Pablo Micheli y sus aliados de izquierda. Ahora la unidad conjuga a los poderosos gremios comerciales e industriales de la CGT Alsina, a la CTA de Hugo Yasky –esto es, a la mayoría de los docentes del país– y a movimientos sociales y organizaciones piqueteras no kirchneristas. Piden pista en esta variopinta coalición los intendentes del PJ, que buscaron incluso contar con un orador, propuesta que fue rechazada por los gremialistas.
Frente a estos apoyos, todos coincidieron en que la salida de Barrionuevo y sus aliados fue un dato menor a la hora de lograr un fuerte impacto en las calles. Por primera vez desde el cisma de 2010, ayer confluyeron las columnas de Camioneros, la Uocra, la UOM y los estatales de UPCN. El aporte de concurrencia se completó con el sindicalismo combativo y los militantes movilizados por intendentes del PJ.
Desde el palco, los líderes gremiales reafirmaron la intención de unificar las tres CGT. Yasky habló incluso de una perspectiva de convergencia, algo difícil dado que las vertientes cegetistas y ceteístas difieren en el punto más básico: el modelo sindical. Acuerdan, eso sí, en que la gestión Cambiemos tiene una deuda pendiente con los trabajadores.
¿Y los kirchneristas...?
A pesar de que Luis Barrionuevo cargó contra los “mariscales de la derrota” Daniel Scioli y Fernando Espinoza, ayer estuvo ausente el kirchnerismo puro. Sólo se vio a militantes esparcidos con insignias del Movimiento Evita, a pesar de que habían anunciado que participarían. Tampoco hubo referentes de otras organizaciones. Si hubo sectores con fuerte afinidad, como la CTA de Hugo Yasky y los estatales de ATE seccional capital. Quienes sí dijeron presente fueron las agrupaciones sindicales de la izquierda del Partido Obrero y el PTS; también sumaron fuerza organizaciones sociales opuestas al kirchnerismo.