El Grupo Callao fue una de las tribus de intelectuales que se reunieron en diciembre de 2018. La cita fundante se concretó en el palermitano Rabia Bar, ubicado en Costa Rica y Thames. El Callao era un grupo más: ni el más conocido (Fragata había logrado más impacto en la academia, las redes y los medios), ni el más prestigioso o convocante. Tenía una particularidad que lo ponía al borde de la excentricidad: apoyaba el liderazgo y la somera candidatura presidencial de Alberto Fernández.
Los otros colectivos presentes en el bar fueron el Fragata, Frente Federal Ciencia y Universidad, Centro de Formación y Pensamiento Génera, la Usina de Pensamiento Nacional y Popular y El Sur no Espera. Para ese momento, Fragata era el único que había excedido el ámbito de la academia. Especialmente, a partir de un texto provocador en el que le atribuían al macrismo “gobernar la Argentina como si fuera un país de mierda”. Llevaba la firma de Sergio de Piero, María Esperanza Casullo, Marcelo Leiras, Abelardo Vitale, Nicolás Tereschuk y Ana Castellani, entre otros.
Al bar asistieron dos o tres representantes por grupo. ¿Qué los unía? Por encima de una pertenencia el amplio espectro peronista-progresista, los nucleaba el espanto hacia el Gobierno.
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“Era saber que el límite era Mauricio Macri y el neoliberalismo, para intentar ganar las elecciones”, recuerda la integrante del Callao Cecilia Gómez Mirada, a su vez directora de Políticas Públicas en la Defensoría del Pueblo bonaerense. En aquella juntada también estuvo el politólogo Santiago Cafiero, también del Callao y actual mano derecha de Alberto Fernández.
El ganador de las PASO había presentado al Callao en junio de 2018: “Son gente preparada. En su juventud tienen una experiencia de gestión casi todos. Han llegado acá por militantes, no por técnicos”, aseguró. Así, establecía una diferencia sutil, tanto generacional como relacionada a sus trayectorias, con el club de pensadores que había quedado pegado a Cristina Kirchner: Carta Abierta.
A principios de 2019, las agrupaciones concretaron un encuentro más amplio en la Asociación Cultural Armenia. Más de 200 intelectuales realizaron una mezcla de debate libre, catarsis y proyección electoral. Consensuaron hacer un foro de ideas, para una suerte de peronismo del siglo XXI. En el ínterin, Cristina Kirchner digitó el albertazo. El foro se convirtió en un acto de campaña. En la cita ya hubo unas cuarenta organizaciones y espacios culturales, en su mayoría agrupados bajo el sello de Agenda Argentina. Mañana, algunos representantes de Agenda se verán con la conducción de la CTEP. Y ya tendieron puentes con el francisquismo: en octubre concretarán un retiro espiritual con el equipo de Carlos Accaputo, presidente de la Pastoral Social porteña y embajador papal en la Argentina.
“El desafío y la pregunta que nos hacemos es cómo acompañar a un presidente, ya no desde el papel de intelectual que ilumina. Quizás nos toque ser la correa de transmisión entre el gobierno y las nuevas demandas de la sociedad”, opina De Piero.
