Hubo risas y carcajadas pero hoy prima la bronca y desconfianza. En Juntos por el Cambio se alteraron los ánimos después de una reunión que tuvo la Mesa Nacional el miércoles a la cual la mayoría de los presentes había calificado como “muy buena”. Situación que lo único que hizo fue cristalizar las diferencias internas que existen entre los socios de la alianza pero también puertas adentro de los principales partidos. Hacia adelante, sin embargo, todos esperan seguir conviviendo y administrando las tensiones en pos de volver al poder en 2023.
La falta de un liderazgo claro hace que cada uno de los principales referentes tire para su lado y, al mismo tiempo, haga alianzas circunstanciales para sacar ventaja política. Y en la medida que los tiempos de definiciones se acerquen se prevé que está tendencia se exacerbará. Mauricio Macri le suma dirigentes al “gabinete” de Patricia Bullrich y al mismo tiempo se muestra dos semanas seguidas con Horacio Rodríguez Larreta. En paralelo, sigue cultivando los rumores de que podría competir. Larreta busca ‘halconizarse’, pero también intenta emanciparse de Macri y cierra alianzas con radicales y lilitos para bloquear a Javier Milei. Bullrich se pega a Macri pero dice que su candidatura no dependerá de lo que defina el ex presidente. Gerardo Morales pugna para que haya un candidato radical pero no logra unificar fuerzas en torno a su figura o la de Facundo Manes. Y no cede su guerra fría con Martín Lousteau, quien busca sumar peso en el radicalismo y a la vez sigue negociando con Larreta. Elisa Carrió, por su parte, insiste con fortalecer a los moderados pero al mismo tiempo acusa al jefe de Gobierno porteño de “no jugársela”. Y por las dudas advierte que ella también podría ser candidata. Todos en el mismo lodo.
“No hay que tirar tanto de la cuerda”, analiza un dirigente del interior, cansado de ver el desgaste que genera en las filas de su partido, el PRO, las tensiones entre Larreta y Bullrich. “Tenemos la responsabilidad y la obligación de volver al gobierno”, concluye.
Para muchos, la actitud de la jefa del PRO primero y de Macri después, de desmarcarse del comunicado donde vetaron a Milei, fue tensar la cuerda. “No puede ser todo especulación”, se quejaba ayer un dirigente al leer que Macri tilda de “torpeza” la decisión de la mesa. El miércoles debatieron durante más de una hora sobre el tema y al final el documento salió con respaldo general. Bullrich asegura que no estaba en el temario y que no pudo cambiar algo que venía consensuado antes de que ella llegara. Al salir de la reunión no se mostró ofuscada y declaró que el objetivo era “dejar de hablar de Milei”. Esa misma noche reconsideró y les chateó a Morales, Ferraro y Pichetto para manifestarles su descontento. “Bueno”, le respondió el radical. El lilito se explayó un poco más.
El problema es que tanto Bullrich como Macri apuestan a contener una eventual sangría de votantes hacia las filas del dirigente liberal, por eso buscan hacer un equilibrio. Saben que él nunca aceptará sumarse y no están dispuestos a romper JxC, pero tampoco quieren dejarlo crecer libremente. “Soy el único que le puede sacar votos a Milei”, se ufana en privado el ex presidente. Para sacarle votos, claro, necesitan estar cerca y el comunicado los aleja.
Quienes celebraron fueron los radicales, lilitos y el larretismo, focos permanentes de los dardos del economista. Y que son los que buscan imponer una impronta moderada a JxC. Esa definición, de todas formas, saben que recién se resolverá en 2023. Para Morales, además, fue el cierre de las críticas que recibió por sus diálogos con Sergio Massa. De todas formas, ayer, por Radio Con Vos, declaró: “Nadie me va a decir a mí de quién tengo que ser amigo y de quién no, y con quién hablo y con quién no”.
Mientras tanto, continuarán con muestras de unidad, que incluirán encuentros con diferentes temáticas en Corrientes, La Matanza, Córdoba, Paraná y Neuquén.