Desde la Antártida
Para llegar a la base argentina Carlini, el avión C-130 que transportó esta semana a la canciller Susana Malcorra hizo algo que hace algunos años podía ser impensable. Llegó a un aeropuerto chileno. Los dos países mantienen sobre el continente antártico reclamos superpuestos. Pero eso no impide la cooperación, que incluye no sólo la ciencia sino también el patrullaje conjunto. La Antártida es justamente el reflejo de la política de cooperación y acercamiento que la canciller apuesta a entablar con Gran Bretaña, una iniciativa criticada en el Congreso que se ganó la oposición de Elisa Carrió, una de las líderes de Cambiemos.
Camino a Carlini, Malcorra remarca ese punto. “Estamos yendo a visitar una base argentina y el primer paso en la Antártida que doy como canciller es en la Base Frei, de Chile, y alguien podría interpretar esto como un falta de defensa de nuestra soberanía. Todo lo contrario. Eso está en el espíritu del Tratado Antártico”.
Tras las críticas de aliados y opositores por su acercamiento con el Reino Unido, la canciller sostuvo que hay que exponer el trabajo en la región para “mostrarles a los argentinos que la soberanía se defiende de muchas maneras, y en el caso de la Antártida tenemos el compromiso de defenderla a partir de la presencia y la investigación”.
“Nosotros tenemos un reclamo soberano. Nuestra política nacional antártica se basa en un decreto del año 90, donde dice que la presencia y nuestra labor allí, incluida la científica, son para afianzar nuestro reclamo soberano. En primer lugar, estamos por eso”, explica por su parte Rodolfo Sánchez, director del Instituto Antártico Argentino. Pero aclara que la presencia también tiene como base “los tres pilares del Tratado Antártico: el mantenimiento de la paz, la cooperación científica y la preservación”.
El buque ARA Islas Malvinas se toma unas horas para llegar desde Frei hasta la impactante Caleta Porter, donde se enclava Carlini frente a un espejo de agua gélida manchado por trozos de glaciar y envuelto en una costa que intercala playas pedregosas y paredes de hielo blanco y azul. En el camino, un solo buque cruza la derrota de la nave que lleva a la canciller. Tiene bandera china.
El régimen internacional que gobierna el continente blanco permite que una decena de países tengan bases en la isla 25 de Mayo, donde están Carlini, Frei y Gran Muralla, la estación china. Además de Chile, China y la Argentina, allí hay bases de Ecuador, Corea del Sur, Perú, Polonia, Rusia, Uruguay y los Estados Unidos.
“En este momento la Antártida es cada vez más atractiva”, sostiene Malcorra. “Lo que vemos acá”, dice mientras apunta a las costas de piedra que se intercalan con manchones de nieve, “es que hay poco blanco continuo; hace algunos años esto era mucho más blanco. Eso hace que haya cada vez más interés, potencialmente comercial, y nosotros tenemos que mantener nuestra presencia”.
La presencia creciente de nuevos países, que no son parte de los siete que tienen reclamos de soberanía, pero expanden su presencia, el interés que despiertan los recursos de la región y el calentamiento global están acercando posiciones encontradas, como las de Argentina y el Reino Unido. Eso hace pensar que en un futuro, tal vez no muy lejano, puedan verse escenas de cooperación tan impensables hoy como hasta hace poco tiempo eran las que tienen actualmente las fuerzas armadas y los científicos de Chile y la Argentina que trabajan en conjunto.
Viaje de Macri
La canciller Susana Malcorra confirmó que el presidente Mauricio Macri visitará pronto las bases argentinas en la Antártida. Aunque no precisó una fecha, por los problemas de agenda del mandatario, quien contó que este año pidió reducir su agenda internacional por el año electoral, indicó que la próxima puesta en funcionamiento del rompehielos ARA Irízar podría ser una oportunidad perfecta. Arturo Frondizi, Isabel Perón y Carlos Menem son los únicos jefes de Estado que fueron a la región.
Buscarán un acuerdo por la pesca ilegal
“El Tratado Antártico tiene características muy especiales porque ha congelado lo que eventualmente pueden llegar a ser enfrentamientos por definiciones territoriales. Le ha dado un paraguas y ha establecido que nadie cede nada y que lo que se va a hacer es invertir en investigación, en forma cooperativa”, explicó la canciller Susana Malcorra.
Ante la consulta de si su reivindicación del trabajo en el continente blanco estaba relacionada con un potencial acercamiento al Reino Unido, a partir de la cooperación científica, marcó algunas diferencias: “Obviamente son dos realidades distintas. El Tratado Antártico ha definido de forma multilateral un esquema de trabajo que congeló cualquier posible enfrentamiento. El caso de las Malvinas es distinto, porque hay explicitado un diferendo de soberanía, que hace que no sea exactamente trasladable el modelo que usamos en la Antártida”. Sin embargo, sí confirmó la intención de un acuerdo de cooperación científica, al remarcar que “hay algunas cuestiones, en particular las que tienen que ver con la pesca, cuestiones de preservación de la riqueza ictícola de la región, que nos interesan a nosotros así como le interesan al Reino Unido, donde se podría llegar –con el paraguas que tenemos de soberanía que preserva nuestros derechos– a profundizar investigaciones conjuntas que se iniciaron en otro momento y que se congelaron”.