POLITICA

Encuesta: foto sociopolítica de la coyuntura argentina

<p>Caída de la imagen de CFK. Precios y seguridad alarman. Lo que viene: 2015. Y la hora de la despedida.</p> Galería de fotos

Cae la imagen de la Presidenta y el kirchnerismo comienza a despedirse. Lo que se viene.
| Cedoc.

En el tiempo que han marcado estos últimos diez años, se ha vivido con la obsesión por rastrear el cambio de las cosas, por ser observadores que acompañen el nacimiento de una nueva era, pero de una era que no llegaba nunca.

A cada medida, con cada declaración o gesto, se corría desesperadamente a atestiguar el posible final del kirchnerismo.

Los finales de los gobiernos, imagino, pueden tener tres tipos de resultados en la Argentina: que se desplomen en una crisis y deban salir de inmediato, que se vayan en aparente calma, pero con una situación de potencial riesgo para el que atrás llegue o que se despidan en la gloria.

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Para el primer caso, la salida no es institucional, sino algo así como voluntaria. En cambio, para los dos restantes, se trata de situaciones
donde los mandatos finalizan porque lo marca la Constitución. El kirchnerismo andará, probablemente, recordado en la historia como alguno de estos dos últimos.

Distancia social. Pero los cierres no son sólo porque los marca la ley. En muchas ocasiones es la gente que empieza, de a poco también, a alejarse de los gobiernos.

Los cambios más difíciles de observar son los pequeños, los que el tiempo largo deja ver y a los que todos somos ciegos en nuestro siempre presente.

Luego de tantos años de resistencia, el kirchnerismo ha empezado, ahora sí, a despedirse de todos, algo que sólo puede entenderse observando los resultados de hoy, pero pensando en el largo plazo de nuestro pasado.

A pesar de tener niveles de inflación altos, nunca en nuestros indicadores de principales problemas la inflación fue señalada en primer lugar; y ni siquiera estuvo alguna vez cercano a los valores del problema ícono de la última década (inseguridad). Sin embargo, hace tres mediciones consecutivas que la preocupación por la inflación crece ( julio 30%; agosto 35%; octubre 40% y diciembre 43%). Son crecimientos leves, pero sostenidos. Estos movimientos, esos que se producen muy de a poco, son los peores de revertir.

La figura de Ella. Cristina Kirchner sigue teniendo valores que pueden considerarse altos de aprobación de gestión (49%) y de imagen positiva (46%), pero esto ya no es algo que pueda salvar al Gobierno.

Como ha sucedido siempre, el kirchnerismo se ha sostenido tradicional y únicamente en la figura de Néstor y Cristina Kirchner, sin lograr derramar algo de su imagen positiva a sus funcionarios o candidatos, algo muy evidente en la reciente elección.

La consecuencia también estructural de esta mecánica es que la Presidenta ha blindado a su ser de cualquier inconveniente y dejado expuesto al resto de su rotativo equipo.

Son más los que acuerdan en que Axel Kicillof “no podrá resolver los problemas más graves de la economía del país” (46%) y que “desconfían de que Capitanich será un buen jefe de Gabinete” (42%).

En la misma encuesta en donde todavía quieren a la Presidenta, rechazan a sus nuevos ministros: esto es kirchnerismo puro.

Crisis de ausencia. Pero este equilibrio se quiebra cuando la Presidenta sale de escena, y hoy Cristina Kirchner no está prácticamente presente en la administración.

En las recientes elecciones quedó muy claro, de nuevo, qué es lo que ocurre cuando ella no es la candidata: casi todos pierden.

Esa situación puntual de un acto eleccionario es la que hoy se ha extendido a todos los días.

Estamos presenciando un ejercicio social. ¿Qué pasaría si Cristina se va unos meses del Gobierno? Pasaría algo como esto: crecimiento de la preocupación por la inflación, baja de su imagen, desconfianza creciente en los ministros y aumento del pesimismo.

Todos estos cambios se van acentuando de a poco, día a día, son casi imperceptibles. La clave no es si Ricardo Echegaray viaja a Río de Janeiro, sino si Cristina viaja a El Calafate y no vuelve.

Señal de cambio. La cuenta final, y tal vez la más escalofriante, es que con tanto silencio, ahora Sergio Massa le gana a ella en votos a presidente. En este dato se simboliza más que nunca el cambio de era.

Cristina termina como paradoja, desdoblada en sí misma, como les ha ocurrido a sus ministros y candidatos.

En la misma encuesta en que la siguen valorando, ahora dicen que no la votarían a presidente. Sólo agregaría una salvedad, y es que todo pasa porque ella misma es la que se aleja.

En la hora de la despedida, es ella también la que manda, aunque parezca lo contrario.

 

(*) Sociólogo. Director de Ipsos-Mora y Araujo.