A un año de los incidentes en la estación de Haedo, el único detenido por el hecho es un tapicero que esa mañana iba a trabajar y a quien acusan de haberle robado el arma a una mujer policía. Roberto Canteros se encuentra detenido en el Penal de Ezeiza, donde espera que la causa llegue a juicio oral. El hombre jura que jamás vio un arma en su vida y que esa mañana del 1º de noviembre de 2005 sólo quería tomar un tren que lo lleve a su trabajo.
Canteros tiene 32 años y cinco hijos que van desde los 13 al año de edad. María, su mujer desde hace 15 años está desconsolada pero no pierde las esperanzas de ver a su esposo libre, quien desde la cárcel de Ezeiza habló con perfil.com sobre lo ocurrido un año atrás.
“Hoy es un día muy feo para mí, por todo lo que me ocurrió. Pero a pesar de eso estoy bien, peleándola. Todos los días me quiebro. Sufro mucho por mis hijos, por mi señora, que saca fuerzas de donde sea. Siempre pienso en mi inocencia, pero no puedo hacerme la cabeza constantemente porque hay que mantenerse fuerte”, cuenta.
Esa mañana, Canteros iba a la mueblería de Lomas de Zamora, donde trabaja junto a sus tíos. En Haedo, el hombre hacía combinación con el ramal que lo llevaba hasta el sur bonaerense. “Tomé unos mates y salí. Tengo 45 minutos de viaje y uso el tren por una cuestión de economía, aunque siempre viajé mal. Esa mañana los trenes andaban peor que nunca. Dejé pasar algunos y me subí al que pude. La formación en la que yo viajaba se quedó en Castelar media hora, en Morón también estuvo detenida y después paró antes de llegar Haedo, donde ya había dos trenes. La gente empezó a bajar en medio de las vías. Había mucha calentura. Decían que había problemas, un accidente o algo así, pero no teníamos claro qué ocurría”, explica.
- ¿Usted también se bajó?
- Claro, y caminé para tomarme el tren a Lomas, del otro ramal (Metropolitano) que pasa por ahí. Averigüé si el servicio funcionaba y me dijeron que sí. Además, había más gente esperando. Pero ya habían empezado los incidentes, aunque yo estaba lejos, en el andén de enfrente. No pensé que iba a pasar a mayores, pero después vi que tiraban piedras, que había fuego y que aparecía gente que no estaba en la estación, que venían con palos y piedras. Después empezaron a saquear. Hasta que llegó la policía.
-¿Y usted qué hacía?
- Ya habían suspendido el servicio, así que me quedé mirando, de chusma, como tanta otra gente. Todos comentábamos lo que estaba ocurriendo y nadie se iba.
-¿En qué momento lo detienen?
- Cuando ya encaraba para Rivadavia. Me iba a mi casa. Una camioneta de la policía se pone a mi lado por el asfalto. Yo todavía estaba en el andén. La verdad es que no los vi venir y tampoco me resistí. Se bajaron unos cinco policías. “¡Ahí hay uno más!”, gritaron, y me tiraron al piso. Me pegaron, me pusieron las rodillas en la espalda y las esposas en las muñecas. Después siguieron levantando gente. En la comisaría éramos unos 15. A mí un policía me dijo que era el “cabecilla”.
-¿Y cuándo se entera que lo acusan por haber sustraído un arma?
-Cuando voy a declarar ante el juez –Germán Castelli-, tres días después. Ahí se me vino el mundo abajo. Yo no tenía ningún arma, sólo una bolsa con un buzo que llevo al trabajo. Esto es un capricho del juez, que quiere tener algún culpable, como la empresa TBA y el Gobierno. Pero los que hicieron ese quilombo no están acá. Yo estoy diciendo mi verdad, soy inocente. Jamás estuve en política, jamás tuve un arma de fuego ni tengo antecedentes penales. ¿Cómo puedo sacarle el arma a una policía? Ni siquiera tengo preparación para eso.
-¿Pudo hablar con el juez?
- En mayo vino a verme al Penal para preguntarme cómo estaba de salud, si me encontraba bien. Le dije que destruyó a mi familia y mi futuro. Yo no estoy enojado con él, pero creo que no me dio la oportunidad de defenderme.
Después de un año detenido, Canteros asegura que jamás perdió las esperanzas de salir libre. “Soy devoto del Gauchito Gil y creo que dentro de todo me está ayudando bastante para soportar esto. Y cuando salga voy a seguir trabajando como siempre. No poder hacer eso me mata, como no poder ir a la plaza con mi familia, salir a caminar. Cuando salga, va a ser lo primero que voy a hacer”.