Esta semana quedó de manifiesto el deseo de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, de reconfigurar el plan monetario y financiero que viene llevando adelante el gabinete económico de Alberto Fernández. La idea de la presidenta del Senado equivaldría a una emisión de miles de millones de pesos y un costo porcentual del PBI del 1,3%.
Desorden cambiario y aceleración inflacionaria son dos de los factores que se producirían si el gobierno adopta lo que Cristina Kirchner deslizó en sus mensajes al Presidente en esta semana de fuego cruzado. De acuerdo a una estimación difundida por la consultora Invecq, cumplir con esas demandas de la vicepresidenta equivaldría a 1,3 punto porcentual del Producto Bruto Interno (PBI), lo que traducido a dinero representaría unos 550.000 millones de pesos en gasto extra hasta fin de año.
En el texto afirman que dicha medida generaría "desorden cambiario y una aceleración inflacionaria que, partiendo de niveles del orden del 50% podrían poner a la nominalidad de la economía argentina en una senda muy peligrosa".
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Además marcaron que los actores del mercado tienen motivos para ser optimistas y pesimistas en simultáneo. En parte porque el resultado de las PASO del 12 de septiembre abrió "la posibilidad, ahora más certera, de la finalización de un gobierno con un fuerte sesgo anti-mercado a partir de 2023".
También toman la disputa entre el principal binomio gobernante como un "riesgo de radicalización política y económica con mayor inestabilidad macroeconómica", además de remarcar que la carta de Cristina Kirchner "hizo nítidos los motivos de la interna en materia económica".
Es por ello que explicitan que la ex presidenta deja entrever en su misiva del pasado jueves que el gobierno nacional debe tomar otra actitud luego del resultado de las primarias.
"Cristina Kirchner está pidiendo públicamente un golpe de timón en la estrategia económica que implicaría, concretamente y según nuestras proyecciones fiscales, un aumento del gasto público respecto del plan de Guzmán de aproximadamente 1,3 puntos porcentuales del PBI", dice Invecq.
Para ello, reinterpretan la carta de la Vicepresidenta y explican que dentro de su marco teórico "la elección se perdió porque el equipo económico (encabezado por Guzmán) fue muy conservador, gastó y emitió poco, se preocupó más por la consolidación de las cuentas públicas y el arreglo con el FMI que en sostener los ingresos de los trabajadores, jubilados y demás beneficiarios de transferencias estatales".
Desde la consultora detallan que llevar adelante el plan de la jefa del Frente de Todos "vuelve más riesgosa aún a la estrategia es lo concentrado en corto tiempo que sería la inyección de recursos dado que las elecciones definitivas son en exactamente dos meses", de cara a las generales del 14 de noviembre.
Es por ello que manifiestan una idea a largo plazo de la líder peronista y es querer tener peso específico en la decisión del gasto del presupuesto 2022 que el ministro de Economía, Martín Guzmán, presentó dos días después de la derrota electoral.
"Nuevamente la exigencia de la presidenta del Senado es abandonar la disciplina fiscal y garantizar las políticas de demanda necesarias para mejorar los ingresos de los individuos", reflexionan.
Finalmente, Invecq concluye que la inyección monetaria y fiscal que quiere implementar el kirchnerismo dentro del gobierno generaría un desorden cambiario y "una aceleración inflacionaria que, partiendo de niveles del orden del 50% podrían poner a la nominalidad de la economía argentina en una senda muy peligrosa".