POLITICA
Nisman: a 5 años de su muerte

Gladys Gallardo, exempleada doméstica de Alberto Nisman: "No creo que se haya quitado la vida"

Trabajó un año y medio en el departamento de Puerto Madero y fue una de las últimas personas en ver con vida al fiscal. Su testimonio sobre los días previos.

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Gladys Gallardo | Cedoc Perfil

Gladys Gallardo trabajaba hacía un año y medio como empleada doméstica en el departamento de Puerto Madero de Alberto Nisman cuando el fiscal apareció muerto el 18 de enero de 2015. Fue una de las últimas personas que lo vio con vida y su testimonio fue clave para entender el estado en el que se encontraba el hombre tras realizar la denuncia contra la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en el marco del memorándum con Irán.

Cinco años después, en un largo relato a PERFIL, la mujer recuerda que ese enero, mientras el extitular de UFI Amia se encontraba junto a su hija en Europa, ella se había tomado 20 días de vacaciones. Nisman decidió volver al país para impulsar la denuncia contra CFK y Gallardo recibió un mensaje a su celular. "Yo estaba en mi casa y me llamó una de las secretarias para decirme que el doctor se quería comunicar conmigo. Cuando veo el teléfono tenía mensajes de él y me puso: 'Hola Gladys, estoy volviendo a la Argentina por un asunto de trabajo. Voy unos días y vuelvo (a Europa)'", explica Gallardo a este medio.

Asegura que el fiscal le pidió que fuera a su casa el lunes (12 de enero), pero después la llamó y la citó para el jueves 15. "El miércoles 14 a la noche fue la denuncia. Mi marido me dice: 'fijate que está tu jefe en la tele'. Yo lo vi pero ni sabía lo que estaba pasando. El jueves, cuando fui, quise entrar y no pude. Estaba la puerta de servicio con el pasador cerrada. Tenía puesta la llave y estaba con traba. Le toqué el timbre. Vino, me abrió la puerta, me saludó con un beso y me preguntó si lo había visto. Le dije que sí. '¿Viste qué revuelo armé?', me dijo. Estaba como eufórico, sin dormir", recuerda.

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Gallardo sostiene que Nisman pasó la mayor parte de ese día en el cuarto de sus hijas haciendo "prensa". Mientras tanto, ella limpiaba en la cocina. "Venía a cada rato y me preguntaba si estaba flaco. Yo le decía que estaba re flaquito. Era coqueto. Me preguntó si me animaba a cocinarle y le dije que yo cocinera no era, que era repostera. Me dijo que no quería algo dulce, sino comida. Al rato volvía a la cocina y me preguntaba de nuevo si lo veía flaco. Estaba con ese tema. Me dijo que pensara platos, hasta que le dije de hacerle un pastel de papas, que me hiciera una lista y se lo preparaba", explica.

La mujer terminó de limpiar el departamento ese día sin saber que sería la última vez que iba a ver a su jefe con vida. "Yo fui haciendo de a poco los cuartos y lo vi muy cansado. Estaba sin dormir. Me miró. Fue rara la forma que me miró, cerró la puerta de la pieza y no me avisó que se acostaba, porque él siempre me avisaba. Me quedé haciendo lo último que tenía que hacer y cuando me iba (me di cuenta de que) él no había hecho lista del pastel de papa. Fui a la pieza y estaba la puerta cerrada. Golpeé dos o tres veces y no me atendió. Me dio una cosa en la panza, como de miedo. Volví a golpear y como no me contestó abrí la puerta. Lo vi acurrucado, dormido. Le hice la lista rápido con lo que quería que me compre y me fui", dice.

La última conversación que mantuvo con el extitular de la UFI Amia fue el viernes 16 de enero de 2015: Nisman la llamó a las 8 de la mañana y le pidió disculpas. "Me dijo que se había quedado re dormido porque había estado toda la noche despierto. Me agradeció por haberle dejado la lista y me dijo que la mamá le había ido a comprar las cosas, que ya estaba todo comprado, que el lunes nos veíamos. Esa fue la última vez que hablé con él", detalla a PERFIL.

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Gallardo asegura que jamás va a olvidar la noche que se enteró de su muerte, el domingo 18 de enero. "Me enteré antes de que saliera en los medios. Estaba con mi nena, subía por la escalera con la mamadera y me sonó el celular. Cuando miré, era uno de los custodios. Me preguntó cómo estaba y si no había visto nada en la tele. Le dije que no y me dijo que lo habían encontrado muerto a Nisman. Cuando me dijo eso pensé que había sido por un infarto, por la presión de tener que ir al Congreso, pero no. Me preguntó si iba a ir al día siguiente a trabajar y le dije que no. Y no fui. Ese lunes, el teléfono de línea de mi casa empezó a estallar. Me llamaron para declarar y tomarme las huellas", relata.

Gallardo cuenta Nisman tenía un vínculo "distante" con su madre, Sara Garfunkel, aunque en los meses previos al fallecimiento estaban más juntos porque "ella se había caído y se había quebrado". Con quienes sí tenía una relación más cercana, según Gladys, era con sus hijas. "Él me hablaba todo el tiempo de las hijas porque yo tengo cuatro nenas. Se llevaba bien. Me contaba que jugaban siempre al Uno y que les hacía trampa", recuerda.

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Aunque no se anima a esbozar una hipótesis certera de lo que pasó, Gallardo no cree que Nisman se haya quitado la vida. "El mismo Stiuso dice en el documental de Netflix que lo mataron. A veces uno tiene sus hipótesis y no las dice porque no puede decir todo lo que piensa. Pero no creo que él se haya quitado la vida. Es como dijo Arroyo Salgado cuando le preguntaron si él podía llegar a sentir temor por ir al Congreso: Alberto Nisman jamás tendría temor de ir a presentar su trabajo. Él estaba muy seguro de lo que estaba haciendo. Me dijo que de esta podía salir muerto", explica la mujer. A modo de ejemplo, revela: "Me dijo que los custodios me iban a dejar de llevar (en el auto) porque lo iban a empezar a investigar e iban a ver que estaba usando el vehículo para cosas personales".

La exempleada doméstica de Nisman no lo notó ni nervioso ni con miedo en los días previos al deceso. Sobre lo que cree que pasó esa noche, opina: "Él le tuvo que abrir a un conocido. No entiendo cómo hizo el cerrajero para abrir la puerta de servicio. No me acuerdo bien, pero dentro tenía una perilla que giraba. No tenía forma de abrirla". Además, afirma que el fiscal "no confiaba en nadie" y eso incluía a sus mismos custodios. "La relación con ellos no era muy buena, era de jefe a empleado. Él me decía que si me preguntaban algo yo no sabía nada y no escuchaba nada. No confiaba en nadie. En mí sí y por eso había hablado en su fiscalía para que yo entrara a trabajar en el área de ordenanza", concluye.

AB/FF