Javier Milei construyó su victoria de manera inapelable en base a un arduo trabajo de fiscalización, en conjunto con el PRO, supo desligarse de lo que él llamó la “campaña del miedo” que impulsó el oficialismo y logró mejorar en relación a las generales su performance electoral en los grandes centros urbanos, en los cuales directamente aplastó al oficialismo.
El próximo Presidente de la Nación habló del cuidado de los votos desde que comenzó su campaña electoral y a lo largo de las distintas instancias trató de mejorar ese aspecto. Con su estructura escasa a cuestas, logró un triunfo impensado en las PASO y a partir de ese momento tejió un acuerdo con el líder de los Gastronómicos, Luis Barrionuevo, para ampliar la fiscalización en 11 provincias. En ese entonces, líderes libertarios de diferentes distritos dieron cuenta que no hubo boletas ni fiscales en cientos de mesas en colegios de distritos de peso a partir de las tres de la tarde.
Pero en las generales, el poder del cacique sindical prácticamente no se sintió y Milei terminó con 30 puntos, los mismos que en las primarias, y por debajo del hombre de Unión por la Patria. Había algo que ajustar: el poder de la fiscalización, algo que a partir de su entendimiento con Mauricio Macri mejoró de manera notable y fue reconocido por la plana mayor de la dirigencia libertaria ante PERFIL.
“No nos guardamos nada, colocamos en coordinación con el PRO fiscales, fiscales suplentes y autos en cada localidad importante, el objetivo que nos trazamos”, señaló ni bien cerró el comicio un dirigente de La Libertad Avanza de la provincia de Buenos Aires, en ese momento muy entusiasmado por los primeros resultados que recibió en su celular.
El otro punto vital de la victoria de Milei fue el nulo impacto de los cuestionamientos de amplios sectores que se ubicaron en la vereda de enfrente de LLA, que hablaron sobre la intención del libertario de vender órganos, armas, de su reivindicación de la dictadura militar y hasta de su estado delicado al momento de encabezar una jefatura de Estado. Como expresó Guillermo Francos, el futuro jefe de la cartera de Interior, la clave del economista fue “interpretar de la mejor manera el cambio que la sociedad pedía” más allá de otras cuestiones. La obligación, de ahora en más, evaluó el dirigente con pasado en el BID y con Domingo Cavallo, será “estar a la altura de las circunstancias” y para eso deberá apoyarse en otros espacios políticos.
En relación a las críticas, el legislador avisó que no piensa privatizar servicios esenciales del Estado, como la salud, la educación ni siquiera cree en eliminar subsidios al transporte publico aunque en la previa a la elección habló en más de una ocasión de su intención de sacar el peso del poder estatal. Y recalcó que la esperanza debía ganarle al miedo.
Hay un aspecto que no puede pasar por alto en la carrera del diputado nacional hacia la Casa Rosada: supo pegar electoralmente hablando en aquellas provincias que concentran la mayoría del padrón, donde focalizó varios tramos de sus actividades proselitistas con recorridas, charlando mano a mano con vecinos, con y sin motosierra en mano.
En concreto, en Córdoba obtuvo el 74 por ciento contra el 25 de Massa; Santa Fe fue 63 a 36 por ciento; Mendoza 71 a 28 por ciento. La provincia de Buenos Aires, donde Javier Milei perdió por un margen mínimo. En la provincia que gobierna el peronismo, Sergio Massa se impuso por solo dos puntos: 51 a 49 por ciento.
