Refugiado en la Argentina desde hace casi 10 meses, el jefe narco Henry de Jesús López Londoño (41) debe preguntarse por estos días, encerrado en la Unidad 1 del penal de Ezeiza, si esta vez podrá zafar del pedido de extradición a los Estados Unidos que puede significar el final de su poderío.
Acostumbrado a la buena vida –según los investigadores se movía en autos y camioneta de alta gama que cambiaba constantemente para evitar ser rastreado–, cayó el martes 30 cuando iba a reservar una mesa en el restaurante Fetuccine Mario, en Pilar. “Mi sangre” –uno de sus alias más conocidos– tenía previsto cenar con su mujer y sus dos hijos, ambos colombianos, con quienes había ingresado al país en diciembre pasado con un pasaporte venezolano que sería falso. No era el único. Los investigadores informaron que tendría también pasaportes de Argentina, Ecuador, Uruguay, México y Paraguay, países en los que se movía con frecuencia. Pero los planes de López Londoño –también conocido como “Carlos Mario” y “Salvador”– quedaron truncos cuando lo detuvo la Dirección de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia (SI), con la colaboración de la Dirección de Policía Judicial Colombiana (DIJIN) y de Interpol. No opuso resistencia.