Sakineh Ashtianí recibió 99 latigazos delante de sus hijos. Los sollozos de los niños se mezclaban con los alaridos de la mujer azotada en un juzgado de la ciudad de Tabriz. La culparon de adulterio y de complicidad con el asesino de su esposo. Y la pena no se agotaba en los latigazos que despellejaron su espalda. También fue condenada a muerte. Más precisamente, a morir en la más cruel y brutal de las ejecuciones: la lapidación. Los hijos de Sakiné Ashtiani, además de ver como laceraban a su madre, también tuvieron que escuchar al juez cuando la sentenciaba a morir apedreada, como en los tiempos relatados por La Biblia.
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