La visita de Jake Sullivan, Consejero de Seguridad Nacional de la Administración Joe Biden, a Buenos Aires, dejó mucha tela para cortar. Sullivan posee el mismo cargo que, por ejemplo, en los años 70 ostentara Henry Kissinger. Es decir, no se trata de un burócrata, sino, más bien, de un hombre de influencia política especifica dentro del esquema de poder actual en Washington. Por un lado, representa un desafío a ambos lados de la llamada “grieta” interna argentina. A la oposición le cuesta explicar por qué, si el gobierno se encuentra, supuestamente, alineado a un -inexistente- eje político La Habana-Managua-Caracas-Beijing-Moscú, el gobierno estadounidense le asigna un lugar de privilegio en la relación que pretende llevar adelante con los gobiernos de América Latina. A su vez, para algunos sectores del oficialismo, la “sintonía fina” que busca Alberto Fernández con el demócrata, puede provocar cierta incomodidad. Uno de los anuncios más importantes, poco cubierto en los medios locales, es que Estados Unidos abrirá una línea de crédito para Argentina de 500 millones de dólares con el objetivo de adquirir vacunas contra el Covid-19. Se trata del primer préstamo de este tipo otorgado por la Casa Blanca a cualquier país.
La delegación oficial estadounidense provenía de Brasil, donde se está discutiendo la licitación de las redes 5G con la presencia de Huawei, el gigante de las telecomunicaciones chino. La impresión que Sullivan se llevó del mandatario brasileño, por lo que pudo trascender, no es precisamente la de un líder democrático y abierto al diálogo. Lo cierto es que, para Estados Unidos, tanto Argentina como Brasil revisten un rol relativamente importante, especialmente dentro de América Latina, a la hora de la disputa comercial que Washington mantiene con Beijing. El gobierno argentino espera, además, que Biden contribuya a facilitar las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por la deuda externa contraída durante los gobiernos de Mauricio Macri y Donald Trump. En un contexto donde Bolsonaro es un dirigente sumamente incómodo para los demócratas, debido a su discurso de ultraderecha, sus políticas ambientales, y su identificación con Donald Trump, Fernández se encuentra frente a una gran oportunidad para establecer vínculos fluidos con la Casa Blanca.
Secretos de la visita de Mr. Sullivan
En el almuerzo con la delegación argentina, encabezada por el presidente, Sullivan aseguró que su gobierno está “planteando un nuevo pacto social, el presidente Biden busca ser una continuidad avanzada de los planes que en su momento propusieron Franklin Delano Roosevelt y Lyndon Baynes Johnson. Esa es nuestra idea hacia adelante”. La mención al presidente del New Deal y a LBJ, más recordado fuera de su país por la escalada en la guerra de Vietnam que por la ley de Derechos Civiles, y un profundo programa de políticas sociales que incluía la construcción de viviendas para las poblaciones afroamericanas y ayudas económicas para los sectores más vulnerables, no es casual. Muchos argumentan que LBJ fue el último presidente verdaderamente progresista de los Estados Unidos, incluso más que quien fuera su sucesor demócrata casi una década después, el también sureño Jimmy Carter.
En ese sentido, las coincidencias con el discurso del gobierno argentino respecto del rol del Estado como ente ordenador de la vida económica, de los sindicatos y de la redistribución hacia adentro, es muy clara. De acuerdo con Sullivan, esto se traducirá también en la manera en que EE.UU. dirigirá su política exterior: “Nosotros privilegiamos la salud, el medio ambiente, la justicia social, la estabilidad económica y financiera de los países.” Sullivan fue más allá y afirmó sin rodeos que "el pensamiento de Biden y el peronismo comparten los mismos valores”. Luego de un recorrido por la Casa Rosada junto a su par Gustavo Beliz, se reunió con Martín Guzmán para escuchar las explicaciones técnicas de las conversaciones respecto de la deuda. Allí, se comprometió a interceder ante Biden para favorecer las negociaciones con el FMI. Al mismo tiempo, comunicó que Washington apoyará la creación de un new fund en el FMI cuyo objetivo será financiar un cambio de matriz productiva en los países medianos que respalden las metas del Acuerdo de París.
Estados Unidos sale a la cancha de la "diplomacia" de las vacunas
La relación entre ambos gobiernos, por ahora, si bien, está en un momento cuasi embrionario, empezó de muy buena manera. Recientemente, el gobierno estadounidense despachó a Argentina una donación de 3.500.000 vacunas, al mismo tiempo que se comprometió a un nuevo envío de dosis de Moderna y Pfizer. Se trata, hasta ahora, de la donación más grande que haya realizado Estados Unidos a cualquier país de América Latina. Hace dos semanas, Biden le envió una misiva a Fernández, agradeciéndole por su participación en la cumbre del clima: “Creo que juntos logramos promover un compromiso mundial para elevar nuestras metas en lo que respecta al clima”. Por lo tanto, está claro que, si bien, dentro del actual escenario geopolítico, Argentina no es un país “prioritario” para Washington, -al igual que el resto de América Latina-, la intención es profundizar los vínculos con el gobierno de Fernández. Esto dependerá, de cara al futuro, de múltiples factores: la muñeca política y diplomática del gobierno argentino, la voluntad de la Casa Blanca, y las particularidades que puedan surgir en un mundo tan cambiante como impredecible. Por lo pronto, los indicadores, para Argentina, son auspiciosos.
*Gonzalo Fiore Viani: Magíster y Doctorando en Relaciones Internacionales