POLITICA
EL HOMBRE QUE MAS ESCUCHA LA PRESIDENTA

Kicillof acumula poder pero gana enemigos internos en el gabinete

Cada vez más, funcionarios clave del Gobierno resisten las políticas y el estilo del ministro de Economía. Zannini, Capitanich, Echegaray, De Vido y Fábrega, relegados.

Protagonista y acompañante. El miércoles, durante la conferencia de prensa para anunciar el proyecto de ley para que los bonistas cobren en Buenos Aires.
| Prensa Ministerio de Economía

“Kicillof tiene la suma del poder público”, bramó el senador radical Gerardo Morales. No es tan así pero casi. En el Gobierno es el ministro con más poder. Axel Kicillof, titular del Palacio de Hacienda, no sólo es el hombre más escuchado por Cristina Kirchner sino que está siendo resistido por los desplazados ante su avance arrollador sobre las decisiones económicas y políticas del gobierno nacional que, por supuesto, tienen la venia de la jefa de Estado. Algunos comparan su preponderancia con la que tenía Domingo Cavallo durante la gestión de Carlos Menem. Una alta fuente de la Casa Rosada dijo a PERFIL que, incluso, hasta el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, está un poco más alejado de la toma de decisiones, cuando fue la pata principal de la mesa chica del kirchnerismo. A Zannini lo sentaron como un actor secundario al lado de Kicillof durante la conferencia de prensa para explicar el proyecto de ley de “canje local”.

Obnubilada con la audacia del joven camporista y con sus definiciones académicas, la Presidenta le cedió a Kicillof las negociaciones más importantes: desde el acuerdo con el Club de París hasta la pelea épica con los fondos buitre. Kicillof tiene una alianza táctica con otro integrante de La Cámpora, Eduardo “Wado” de Pedro –diputado nacional y consejero de la Magistratura–, y dialoga seguido con Máximo, el hijo presidencial.

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Su ascenso genera recelos en el gabinete. Tanto es así, que varios mostraron su desacuerdo con la propuesta oficial enviada al Congreso como proyecto de ley para pagarles a los bonistas en territorio nacional. Entre ellos, se encuentran el presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, que mantiene una sórdida pelea con el ministro por mantener el dólar oficial a raya y achicar la brecha con el blue. También el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, que se siente vacío de poder ante el avance de Kicillof. Y el ministro de Planificación, Julio De Vido, que perdió a manos de Axel, entre otras cosas, el manejo de la política energética.

Otro enemigo interno es el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, que en privado cuestiona la propuesta de pagarles a los bonistas en el país. Los presidenciables del kirchnerismo de la boca para afuera apoyan el “canje local” pero hacia adentro lo resisten, sostienen que esto puede perjudicar el bolsillo de los argentinos en el último trimestre del año y que eso no será bueno para iniciar la campaña electoral. En general, las definiciones tomadas por Kicillof, avaladas por CFK, no son consultadas con nadie en el gabinete, y eso también genera resquemores.

Kicillof se refiere a Fábrega como su amigo, aunque sostiene que tiene diferencias con él sobre el techo que debe tener la tasa de interés. El presidente del Central, en cambio, no le tiene ninguna simpatía. “Yo ya hice mis deberes. Ahora falta que los hagan los de enfrente”, dice en referencia al Ministerio de Economía. Para el ministro, hay que ejercer presión para demostrar que la pelea con los buitres es un error de la política exterior estadounidense.