El ex presidente Néstor Kirchner envió a operadores de confianza a negociar contrarreloj en la Justicia federal para reducir y retrasar la sentencia de su fiel amigo y aliado Ricardo Jaime, ex secretario de Transporte, investigado en dos juzgados por presunta aceptación de dádivas y enriquecimiento ilícito.
A pesar de que Jaime ayer rompió el silencio en una conferencia de prensa sobrepasado por las publicaciones sobre su patrimonio, Kirchner sabe que el verdugo no será aún el juez federal Norberto Oyarbide sino su colega Claudio Bonadío, que investiga los viajes del ex funcionario en taxis aéreos al exterior, pagados por empresas de transporte que Jaime debía controlar. El empresario más comprometido es Claudio Cirigliano, dueño del Grupo Plaza, y concesionario de los principales ramales de trenes metropolitanos (ver página 4). Según fuentes de la investigación, Cirigliano, el empresario de transporte urbano más favorecido por decisiones del Gobierno K, habría costeado el alquiler de un avión en nueve oportunidades y la evidencia lo compromete: pagó con facturas de sus empresas Plaza y TBA. La mayoría de los vuelos en los que viajó Jaime fueron a Brasil, otros a Córdoba y Uruguay.