POLITICA
OPINION

Kirchner, Perón y el apriete permanente

Las anécdotas de Perón explican límites del estilo del ex presidente. La intransigencia frente al campo y el miedo a volver a Santa Cruz.

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| Cedoc

Las anécdotas de Juan Domingo Perón pueden dar para todo, incluso para explicar cuáles son los límites del estilo de Néstor Kirchner. Uno de sus colaboradores en su último gobierno cuenta que una vez tuvo que llevarle unos papeles luego de que el General recibiera a un grupo de jefes militares.

Perón le comentó cómo era cada uno de ellos hasta que se detuvo en uno que tenía fama de pocas pulgas. "Ese general es un duro de verdad, pero ¿sabe qué ocurre con los duros? Pasan los días, pasan los días y al final siempre llega uno que es aún más duro y le pega un par de cachetadas".

Néstor Kirchner es un duro y le gusta serlo. Le fue muy bien en su presidencia: ayudado por el contexto internacional, la economía se recuperó fuerte; se crearon más de 3 millones de puestos de trabajo; creció el consumo; y se consolidó el poder presidencial que con Fernando de la Rúa se había debilitado peligrosamente. Gracias a todo eso (que no es poco) ganó su esposa, Cristina, en las últimas elecciones.

Pero eso ya es historia. En el presente asistimos a una Presidenta en la crispación permanente y a un ex Presidente que dinamita todas las posibilidades de acuerdo con el campo, el sector más dinámico de la economía y, por qué no recordarlo, uno de los beneficiados, por lo menos hasta hace muy poco, de la política oficial del dólar alto. ¿Por qué hace eso el ex Presidente? Algunos de sus colaboradores juran que Néstor Kirchner cree que si cede ante el campo "en dos meses nos mandan de vuelta a todos a Santa Cruz".

Su lógica del poder y su estilo político lo obligan a doblegar a todos los adversarios que se le crucen, como si todavía estuviera gobernando Santa Cruz con mano de hierro. Es una lógica de apuestas crecientes, de aprietes permanentes. Fue eficaz en su primera presidencia, cuando enfrentaba a adversarios desprestigiados y cuando la opinión pública acompañaba ese estilo destemplado. Ahora, el adversario es otro, el campo, que está prestigiado por su función económica. Además, superada la crisis de 2001/2002, tal vez el clima de época sea ahora más favorable al diálogo y al acuerdo que a la pelea y la confrontación.


*Editor del diario Perfil.