En Río Gallegos, el 23 de octubre, la temperatura no era la ideal, pero sí la habitual. Cinco grados marcaba el termómetro. Néstor Kirchner ya estaba en su viejo terruño, y esperaba. Había abandonado por algunas horas El Calafate. ¿La razón? Una reunión rápida de innobjetable importancia para sus intereses. Un avión privado aterrizó pasadas las 19 horas en el aeropuerto internacional Norberto Fernández y de esa aeronave bajó el hombre al que ya esperaba el primer caballero: el juez Federico Faggionatto Márquez.
Mañana se cumplirá un mes exacto de la reunión secreta que mantuvieron el ex presidente Néstor Kirchner y el controvertido juez federal de Zarate-Campana, a cargo de la megacausa de la ruta del tráfico de efedrina. En ese encuentro conversaron sobre el futuro judicial del magistrado, quien estaba preocupado por la posibilidad de ser destituido. Kirchner, quien siete días antes le había bajado el pulgar en el Consejo de la Magistratura, le habría garantizado protección a través de los miembros que responden al oficialismo. Una semana después de la cumbre, Faggionatto presentó su descargo ante los consejeros, primer paso del contraataque.
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