A lo largo del primer año macrista en el gobierno, Silvia Majdalani funcionó como un pararrayos de las denuncias y cuestionamientos a la AFI. Por su perfil alto, pasado ultra-menemista, roces previos con la Justicia y amistad con el ex número dos de la Agencia, Francisco “Paco” Larcher, la Turca Majdalani empujó a Gustavo Arribas hacia un conveniente segundo plano. El jefe de la AFI y amigo de Mauricio Macri disfrutó ese corrimiento para concentrarse en la acumulación de poder: se asoció estratégicamente con Daniel Angelici y sumó casi 600 espías nuevos. Ahora, tras la acusación en su contra, salió de las sombras a la fuerza y convirtió a la ex SIDE en un hormiguero.
Si bien Elisa Carrió, Margarita Stolbizer, Graciela Ocaña y algunos dirigentes radicales piden su suspensión de la AFI, Arribas cuenta con un apoyo casi blindado en Casa Rosada. Dentro de la Agencia de Inteligencia, sin embargo, la denuncia que lo vincula al caso de sobornos llamado Lava Jato alteró el statu quo interno. “Están en shock, esperando a ver cómo sigue. El comunicado que emitieron fue muy débil”, afirma un dirigente de trato fluido con el submundo de los espías.
De vacaciones en Brasil, Arribas pidió hasta el 20 de enero para mostrar documentos que lo desliguen del escándalo de la constructora Odebrecht, investigada por el pago de coimas en Brasil, Argentina y otros diez países. Según la investigación del diario La Nación y el equipo peruano IDL-Reporteros, en 2013 un financista de Odebrecht le giró casi US$ 600, en coincidencia con la reactivación en la obra del soterramiento del Ferrocarril Sarmiento.
Arribas negó tener relación con Odebrecht, pero admitió haber recibido unos 70 mil dólares por la venta de un inmueble en San Pablo. El jefe de la AFI prometió mostrar los papeles que así lo acrediten en los próximos días. Mientras tanto, la denuncia alteró su perfil bajísimo.
Tras vivir en San Pablo por casi una década, el escribano y representante de futbolistas cumplía el único requisito que Macri consideraba indispensable: la confianza. Se la había ganado desde sus tiempos como escribano de Socma, y a partir de los negocios de compra y venta de jugadores en Boca.
Con Macri en la presidencia xeneize, Arribas fue intermediario en el cuestionado pase de Carlos Tevez al Corinthians en 2005. Tras contradicciones sobre el monto real de la venta, el entonces diputado Mario Cafiero le pidió a la Unidad de Información Financiera (UIF) que investigara la trama de la operación. “Había fuertes sospechas de lavado y por detrás estaba la mafia rusa. Ya en ese momento, estaba claro su rol de ladero de Macri en operaciones non sanctas”, opina Cafiero, doce años después. Los voceros del actual jefe de la AFI minimizan la denuncia por Odebrecht. Además, aseguran que el jefe está más que firme en el cargo. La amistad de Arribas con Macri, de quien a su vez es inquilino, es su principal escudo y punto de apoyo.