Alguien parece haber convencido a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de que desde la Secretaría de Inteligencia (ex Side) se generan “campañas” en contra de su gestión. Y en la Casa Rosada creen que puede haber cambios en el organismo que dirige Héctor “Chango” Icazuriaga. En el edificio de la calle 25 de Mayo donde funciona la central de los espías criollos tampoco descartan cambios después de las elecciones de octubre.
El secretario de Legal y Técnica de la presidencia, Carlos Zannini, es uno de los promotores de la limpieza. Busca sacar de escena a viejos operadores judiciales vinculados con la Side que actuaban como interlocutores con algunos sectores del Poder Judicial y tender nuevos canales de comunicación con los sensibles tribunales.
También puso un pie en las Fuerzas Armadas al impulsar como jefe del Estado Mayor Conjunto al general de brigada Luís María Carena, un oficial del arma de Caballería con la especialidad de Inteligencia. Su jefe es el controvertido César Milani, titular del Ejército.
La búsqueda de información se convirtió en una obsesión para el Gobierno. Si se suma el presupuesto que el Poder Ejecutivo destinó en 2013 para “inteligencia estratégica militar” del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea el resultado ronda los 495.700.000 pesos. La Secretaría de Inteligencia, a su vez, tiene una partida de 612.674.581 pesos.
La desconfianza de la Presidenta no pasa por Icazuriaga, un pingüino de paladar negro. Sus sospechas caen en el segundo de la central de espías, Francisco “Paco” Larcher. “La explicación va más allá de las especulaciones actuales”, dice a PERFIL una fuente que forma parte del engranaje de inteligencia oficial. Y los motivos que desliza apuntan a la esfera sentimental de la Presidenta: “Ella nunca confió en Paco, jamás lo quiso. Era uno de los amigos de la noche de Néstor, lo mismo que (Ricardo) Jaime”.
Pero habría otro dato que terminó de resquebrajar las relaciones de Larcher con la mesa chica donde se toman las decisiones en la quinta de Olivos. “Larcher se ocupó mucho en armar el aparato que hoy sostiene a (Sergio) Massa en el corredor norte del conurbano bonaerense”, aportó otra fuente.
Zannini no es el único que cree que la falta de información en algunos temas sensibles no es culpa de Icazuriaga, sino de los informes “tergiversados” que le llegan al jefe de los servicios. Durante casi dos semanas la Presidenta dudaba entre un informe que anunciaba la inminente candidatura de Massa y otro que indicaba que no se presentaría.
El acierto correspondió, al parecer, a Fernando Pocino, director de Reunión Interior de la Secretaría de Inteligencia.
Horacio Stiuso, director general de Operaciones, tiene sus propios problemas. Está convencido de que el asesinato de su amigo Pedro Viale, un viejo agente apodado “el Lauchón”, fue un mensaje hacia él. Además cree que se viene una maniobra judicial para tumbar parte de la investigación del caso AMIA, en la que tuvo un rol fundamental.