El fiscal Carlos Rívolo, a cargo del expediente del atentado cotnra Cristina Kirchner, avanzó esta semana a pasos agigantados en la línea de investigación de la llamada “Pista Casablanca”, que busca determinar si el diputado del PRO Gerardo Milman tuvo conocimiento previo del intento de homicidio de la vicepresidenta.
De esa línea de investigación surgen dos grandes incógnitas: la primera, si Jorge Abello (el testigo clave) escuchó lo que escuchó, y la segunda, si Milman efectivametne dijo lo que dicen que dijo. Sobre esos dos puntos orbitan otros protagonistas con los que la Justicia busca probar un hecho puntual: uno de los dos mintió.
La también conocida como “pista Milman” fue propuesta por la querella y tiene como epicentro la declaración de Abello como “testigo clave”. El asesor del diputado del Frente de Todos Marcos Cleri, cuya identidad se mantuvo un tiempo bajo reserva, dijo haber escuchado a Milman el 30 de agosto, dos días antes que Fernando Sabag Montiel gatillara a menos de medio metro de la cara de Cristina Fernandez, decir que “cuando la maten, voy a estar camino a la costa”.
La citación para la ampliación de testimonial de Abello es un enigma puesto a que se encuentra de reposo tras haber sufrido de un leve accidente cerebrovascular del que no tuvo secuelas que revistan gravedad, pero que le demandó tomarse varios días para su recuperación.
No obstante, otras medidas de prueba se consumaron durante los últimos días; la primera fue la declaración de legislador Cleri, quien le mostró al fiscal Rívolo los mensajes que recibió de su colaborador, al tiempo que contestó preguntas relacionadas al instante que recibió dichos mensajes y el margen de tiempo transcurrido hasta que la Justicia tomó conocimiento de ello a través de la querella.
“Marcos, ayer cuando salí de tu oficina fui con mi cuñado a comer a Casablanca. Al lado mío estaba Milman con dos pibas y graciosamente decía ‘cuando la maten yo estoy camino a la costa’ y se mataban de risa”, decía uno de los cuatro mensajes que le envió Abello a Cleri, minutos después que Sabag Montiel apuntara a Cristina con una Bersa calibre 32.
En esa misma línea, también declaró el diputado tucumano Mario Leito. Lo hizo mediante videoconferencia desde Qatar, donde viajó a ver el Mundial a pesar de las críticas recibidas de sus pares.
Finalmente, las asesoras de Milman se presentaron en Comodoro Py para ampliar su declaración. Carolina Gómez Mónaco e Ivana Bohdziewicz estuvieron brindando testimonio por más de una hora en el despacho de Rívolo. La expectativa se centraba en sus teléfonos celulares, clave fundamental (junto al testimonio de Abello) para corroborar o descartar los presuntos dichos de Milman.
Ambas consignaron sus dispositivos, cada una con su particularidad: Gómez Mónaco adelantó que había cambiado de telefono, pero que tenía los contenidos del anterior que le regaló a su hermana y que también puso a disposición de la Justicia, y Bohdziewicz borró mensajes y fotos, porque a su criterio se podía violar su intimidad si le pedían su teléfono.
“Nunca hablé de nada relacionado con el atentado a la vicepresidenta en cuanto a una participación criminal en el mismo. Si hemos hablado sobre el tema del atentado, desde el punto de vista de lo que se escuchaba por los medios”, aclaró Ivana.
Por su parte, Gómez Mónaco le restó relevancia al contenido de su teléfono. Cuando Rívolo le preguntó si tenía la voluntad de entregarlo, la ex funcionaria del Ministerio de Seguridad aseguró que los dichos de Abello no eran ciertos: “No considero que sea necesario frente a lo que un testigo dice que escuchó, que es absolutamente mentira, pero yo lo puedo poner (el teléfono) a disposición”.
La otra gran incógnita en la también conocida como “pista Casablanca” es si Milman será convocado a declarar, cosa que a lo largo que se conoció la línea de investigación nunca ocurrió. El legislador del PRO se presentó ante la Justicia a finales de octubre mediante un escrito donde negó haber tenido conocimiento previo del atentado y donde también exige se investigue por falso testimonio a Jorge Abello, de quien aseguró que su relato obedeció a “inconfesados fines políticos”.