El futuro cercano de Ricardo Lorenzetti al frente de la Corte Suprema de Justicia es incierto, al punto tal de que el juez está evaluando la posibilidad de renunciar para fin de año e irse a vivir a Estados Unidos con su flamante esposa. Todo en un contexto donde se especula que perderá poder por la llegada de los nuevos jueces Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, y en el que Elisa Carrió lo sigue bombardeando por supuestos manejos irregulares de los fondos del Poder Judicial.
La información comenzó a filtrarse en su Rafaela natal, cerca del entorno de su nueva familia política: los Perren. La semana pasada, el juez supremo volvió a casarse. Esta vez con Mara Perren, de 34 años (26 años menor que él), quien el año pasado ingresó a trabajar en el juzgado federal de Rafaela.
En los pasillos de Tribunales, en tanto, la información llegó como rumor. Un ex colaborador de Lorenzetti lo relató en diferentes reuniones.
Oficialmente, María Bourdin, secretaria de Comunicación y Gobierno Abierto de la Corte Suprema, fue la encargada de salir a desmentir el dato. Al punto de tildarlo de “disparate”. Lorenzetti, mientras tanto, sigue disfrutando de su luna de miel por la Costa Amalfitana, en Italia, recorriendo lugares como Positano y la isla de Capri, antes de irse para Roma.
Dirigentes con llegada al presidente de la Corte aseguran que no dio ninguna señal respecto a la posibilidad de irse a vivir a Estados Unidos, aunque aclaran que no les parece algo descabellado. “Hace rato que viene diciendo que se tiene que ir, podría ser una salida elegante”, sostiene uno de ellos.
No obstante, los que lo conocen de cerca también lo describen como un hombre difícil de desentrañar. Ejemplifican que Lorenzetti le puede dar la razón a dos personas que le están dando opiniones contrapuestas. Por eso, hay quienes interpretan que las versiones de un “operativo retirada” en realidad podrían ser generadas por el rafaelino para armar un “operativo clamor” para que se quede. Si no, no se explica, argumentan, que siga tomando decisiones trascendentes, como desplazar a todo el equipo de colaboradores de Carlos Fayt (a varios los mandó a la Cámara de Casación) o designar a un hombre de Axel Kicillof (Joaquín Alperovich) en la Unidad de Análisis Económico del Tribunal.
No es la primera vez que circula la imagen de un Lorenzetti desgastado. Hace un año se difundió que le había anunciado a sus pares de la Corte que tenía “cansancio moral” y que por eso renunciaba a la presidencia del tribunal. Pero al final se renovó su mandato al frente del Poder Judicial hasta 2019.
De todas formas, la conducción uniforme que tuvo de la Corte en los últimos tiempos se especula que va a cambiar con la llegada de Rosatti y Rosenkrantz. “Todos miran a Rosatti, pero hay que presentar atención al otro”, afirmó un dirigente con llegada a Lorenzetti. Son las señales de una Corte donde ya no habrá un solo actor estelar.
En el medio, Carrió sigue avanzando con el pedido de juicio político, para el que analiza documentación de las licitaciones del Poder Judicial. Esperará a que en agosto jure Rosenkrantz para presentarlo. Lorenzetti, en tanto, le confesó a su entorno que siente que Mauricio Macri lo respeta y defiende, pero que sabe que se viene un período en el que lo van a “castigar mucho”.