POLITICA
reparto de la obra publica

Los dueños del gasoducto más polémico

Fue anunciado hace 13 años, pero recién ahora comienzan a terminarse los primeros tramos. Se extenderá a lo largo de cuatro mil kilómetros. ¿Quiénes lo construyen?

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Mega obra. La construcción de los 4.000 kilómetros, que conecta con Bolivia, avanza lentamente. | cedoc
Existe quienes creen que se pensó para un país donde el gas era el insumo central, y eso quedó en el pasado. Otros, que su trazado respondió a motivos políticos antes que energéticos. Algunas de las empresas elegidas enfrentan denuncias de corrupción. Y mientras tanto, la gigantesca construcción de los cuatro mil kilómetros del Gasoducto del Noreste Argentino (GNEA) avanza lentamente, aunque su lanzamiento se firmó hace 13 años.
Detrás de los tubos que se ensamblan desde la frontera con Bolivia rumbo a Entre Ríos aparecen nombres característicos del club de la obra pública, como la empresa liderada por Juan Chediak (titular de la Cámara Argentina de la Construcción), su antecesor Carlos Wagner (titular de Esuco), hasta la constructora de Cristóbal López, el dueño del canal C5N (ver infografía).

El acuerdo para su construcción se firmó en 2003 pero recién en 2012 se llamó a la primera licitación, que fue adjudicada dos años después.
Según el trazado realizado por Enarsa, la obra tiene una longitud de 4144 kilómetros divididos en tres etapas. Este gasoducto estuvo pensado desde un principio bilateralmente con Bolivia, país del que se importaría el gas natural. De esta manera, la demanda energética de la región del noreste sería satisfecha. Pero hay escépticos entre los expertos. El especialista en energía Ricardo Molina recordó que desde la década de los 90 existe una escasez de demanda que no justifica el gasto. “Con la visión noventista había que gasificar pero hoy con el poco gas que nos queda y, encima caro, se debería apostar por la energía eléctrica”. En la industria reconocen que el proyecto fue consecuencia de una decisión geopolítica. “Hubo anomalías en las adjudicaciones. No queda claro cómo se hicieron las licitaciones, cómo se analizaron las ofertas y cómo se estudiaron los antecedentes de los oferentes”, expresó Jorge Lapeña, ex secretario de Energía y director de Enarsa.

El gas iba a ser producido en Bolivia pero, según Molina, este país “atravesó un proceso que desalentó las inversiones”. “Esto es una locura de De Vido”, sentenció.
En Enarsa afirman que el gasoducto “se encuentra avanzado en la mayoría de sus tramos” pero en algunos “existen conflictos” y, hasta tanto no estén todos terminados, no se puede inaugurar.
En el reparto de adjudicaciones, todos los oferentes que se presentaron recibieron al menos un trayecto con excepción de la UTE, conformada por Iecsa, empresa del primo de Mauricio Macri, Angelo Calcaterra, Austral, de Lázaro Báez, e Isolux.

Según Presidencia, los primeros tramos concluirían este mes y los últimos en julio de 2017. Sin embargo, el trayecto adjudicado a Vertúa SA, que une el gasoducto con Bolivia, no tiene fecha de finalización.
Sin la conexión con Bolivia, no hay gas. “Ya debería estar terminado”, afirmó Molina. El especialista contrastó el gasoducto construido entre Neuquén y Buenos Aires en 1988, que se concretó en un año.
La lentitud parece beneficiar a los empresarios. Mientras las obras no terminan, los contratos fueron redeterminados. Esto implicó un incremento en los presupuestos previstos originalmente. Y el gas todavía no fluye.

*Del equipo de investigación PERFIL-UCA.