Mientras la presidenta Cristina Fernández de Kirchner daba su discurso de más de 3 horas para abrir las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, los palcos, las tribunas y las bancas estaban colmadas de militantes, funcionarios y legisladores que se agolparon para escucharla. Perfil.com pudo pasar a los palcos reservados a funcionarios e invitados para ver los pormenores de cada uno.
El palco más extraño por los personajes que se entremezclaron fue sin duda el que ocupó el dirigente social Luis D'Elía. Se sentó en el medio y, con la camisa arremangada, no paró de aplaudir los dichos presidenciales. Una silla más atrás y muy sonriente se ubicó el empresario Luis Manzano. Y una fila posterior, lejos de los flashes, se los vio, como siempre juntos, a los empresarios de medios Sergio Szpolski y Matías Garfunkel.
Otro de los palcos fue reservado para varios jefes de la agrupación juvenil La Cámpora, ya con poder consolidado dentro del ámbito presidencial. Mariano Recalde estuvo al lado del viceministro de Economía, Axel Kiciloff. Este último con su ya clásica vestimenta de negro. El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno fue uno de los más excitados al aplaudir sin parar en otra butaca.
Los intendentes más cercanos a la Casa Rosada tuvieron su lugar. Así, se lo pudo ver al intendente de Florencio Varela, Julio Pereyra, jugar con uno de los globos de "Clarín Miente" que cayó desde las tribunas juveniles hacia abajo.
En un palco reservado como para funcionarios bonaerenses, compartieron lugares el vicegobernador Gabriel Mariotto y el legislador provincial y mandamás de la JP provincial, José Ottavis. Ellos tendrán la tarea de avanzar con las órdenes de Cristina en la legislatura de Buenos Aires.
Contra la puerta bien custodiada que solo dejaba entrar a funcionarios, Ariel Basteiro se sentó junto a la presidente del Banco Central, Marcó del Pont, que sonrió cuando Cristina la mencionó en una parte de su discurso.
El juez Baltazar Garzón, que recibió una ovación al comienzo, estuvo en el medio entre Estela de Carlotto (Abuelas de Plaza de Mayo) y Hebe de Bonafini (Madres de Plaza de Mayo).
Qué pasó abajo. Arriba todo era festejo hacia los dichos de CFK. Pero abajo los legisladores opositores comunicaron su desaprobación a ciertas declaraciones presidenciales. La diputada Gabriela Michetti puso un gesto de enojo cuando Cristina criticó duramente al jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, por la polémica por el traspaso del subte.
Por su parte, Fernando "Pino" Solanas hizo gestos durante buena parte del discurso. Otras de las más enojadas fue la diputada del FAP, Victoria Donda que habló por teléfono, se arregló el pelo e hizo gestos de fastidio cuando Cristina mencionó a Néstor Kirchner.
Como en cada acto público en los que aparecen, el legislador Gustavo Ferrari no se despegó de su jefe político, Francisco De Narváez.
En el fondo del recinto Martín Sabatella se sentó al lado de Carlos Heller. Por su parte, la diputada K por la Ciudad, María José Lubertino no consiguió asiento y debió ver el discurso parada a un costado del recinto. No por eso se olvidó de twittear a cada minuto.
(*) de la redacción de Perfil.com.