Sectores estadounidenses vinculados a los fondos buitre mantuvieron contactos con un grupo de caceroleros con el objetivo de brindarles su apoyo y colaboración. Llegó a haber una reunión en Brasil con tres activistas unos días antes de la masiva manifestación del 18A y promesas de seguir con las negociaciones, pero el diálogo, según los propios involucrados, no habría prosperado.
Yamil Santoro, Maximiliano Mai y Lucho Bugallo son tres de los caceroleros más conocidos de las redes sociales, donde se agrupan antikirchneristas con afinidades partidarias y posturas ideológicas muy diversas. El 16 de abril, sólo dos días antes del cacerolazo, viajaron por apenas unas horas a San Pablo para reunirse con dos empresarios estadounidenses.
Según explicó el propio Santoro, el vínculo fue con la ATFA (American Task Force Argentina, que se traduce como “Grupo de Tareas Estadounidense para Argentina”), una agrupación que lucha por una “justa y equitativa” reestructuración de la deuda argentina en default. Se defendió explicando que la ATFA representa a los tenedores minoritarios y no a los grandes fondos buitre. Sin embargo, entre los miembros y patrocinantes, según el sitio de internet, está Elliott Associates, uno de los fondos de Paul Singer, quien fue el autor de la demanda ante el juez neoyorquino Thomas Griesa, que actualmente espera resolución de la Corte de Apelaciones de Estados Unidos y que provocó, entre otras cosas, el embargo de la fragata Libertad en Ghana.
Los tres caceroleros reconocieron el encuentro, aunque Bugallo y Mai rechazaron haber sabido que se trataba de empresarios con ese tipo de vínculos. “Nunca tuve muy claro quiénes eran. Yo no soy traidor a la patria, así que no aceptaría financiamiento de fondos buitre”, aseveró Mai, que saltó a la fama cuando desplegó una bandera anti K en el regreso de la fragata Libertad en Mar del Plata. Reiteró dicha estrategia unos días antes del 18A, cuando desplegó la bandera desde un balcón de la Casa Rosada. De extracción peronista, Mai sostiene que fue Santoro el que lo invitó al viaje, que desconoce cómo se financió, pero que se entusiasmó con la posibilidad de viajar a conocer San Pablo.
Bugallo y Santoro dijeron que en el mismo viaje tenían más reuniones, con otros grupos de ciberactivistas de Latinoamérica. Sin embargo, sólo tuvieron el almuerzo con los estadounidenses y pocas horas después emprendieron el regreso. “Fue con gente interesada en conocernos, era una fundación interesada en agrupaciones que defienden la libertad”, explicó Bugallo, del grupo de Facebook “El Cipayo”. Reconoció que se habló de “apoyo económico” en el encuentro y que ellos, al volver, tenían que enviar un plan de acción para que lo aprobasen, algo que finalmente no hicieron. Bugallo fue el primero en bajarse luego de conversar con su grupo político (ligado al campo), que le recomendó no seguir adelante.
Santoro y Mai aseguraron que también desistieron. “No eran muy confiables”, reconoció el primero. “Es algo que murió ahí, porque no nos cerraba a ninguno”, coincidió el segundo. Santoro es el único que ya se lanzó a la vida partidaria. Se afilió al partido de Patricia Bullrich (Unión por Todos) y presentó su precandidatura a legislador porteño. “Tomar un café me tomo hasta con Cristina... de ahí a arreglar hay una gran diferencia”, afirmó respecto del encuentro en San Pablo. Consultada por PERFIL, Bullrich se sorprendió por la novedad. Aseguró que sabía del viaje, pero no la razón. “Cualquier financiamiento tiene que ser genuino y acorde a los principios de un movimiento que busca transparencia”, respondió la diputada, que segundos después comenzó a pedirles explicaciones a los involucrados.