Después del 28-J y la renuncia de Néstor Kirchner a la conducción del PJ, los gobernadores peronistas que triunfaron en sus provincias sólo esperan que la Casa Rosada cumpla con un postulado básico: respetar la tercera ley de Newton, ésa que dice que a toda acción le corresponde siempre una reacción igual y contraria. Por lo pronto, quienes vencieron por más del 50 por ciento en sus distritos empezaron esta semana a marcarle la cancha al Gobierno en la primera etapa del post kirchnerismo.
Sin embargo, ya se evidencian distintas tácticas. Hubo quienes salieron públicamente a reclamar cambios estructurales en el Gobierno y en el peronismo. Pero otros prefieren hacerlo con discreción para no erosionar más el poder K, en su momento de mayor debilidad. En este grupo abrevan varios gobernadores que quieren tallar más en las decisiones oficiales, pero sin asfixiar políticamente al Gobierno.
En Balcarce 50 tomaron una decisión para evitar que el desmadre de voluntades socave aún más el profundo tajo que dejó la derrota de Kirchner en la provincia de Buenos Aires. Esta semana convocarán de a uno a los gobernadores que aún no rompieron con el kirchnerismo, para discutir el reparto de los lugares que van surgiendo dentro del gabinete nacional. El tucumano José Alperovich fue el primero en recibir premio a su lealtad. Su vicegobernador, Juan Luis Manzur, fue designado ministro de Salud y con eso, el oficialismo logró ponerle un freno a la intención del tucumano de cruzar la frontera de su provincia para instalarse en la discusión nacional.
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