Las cuatro entidades ruralistas se mantienen unidas. Por el contrario, es el oficialismo el que presenta brechas: ya cayó un ministro, el de Economía, y varios son los gobernadores y primeras figuras del peronismo que han comenzado a dialogar con los huelguistas o que han sugerido al gobierno una postura más flexible.
La opinión pública muestra una tendencia a favor del campo, como parece indicar el desgaste evidente de la pareja gobernante.
El gobierno está manejando mal la crisis que creó el 11 de marzo, cuando despachó el decreto que cambió el esquema de retenciones a las exportaciones agrícolas.
Ahora, está apostando al desgaste del campo, al que le deja la iniciativa. En política, siempre es peligroso perder la iniciativa porque el adversario puede manejar la agenda, el ritmo y el terreno del conflicto.
Y eso es algo que el campo está haciendo bien por el momento, eludiendo métodos irritantes y autoritarios, como los cortes de rutas o la toma de municipios o reparticiones públicas, y desplegando un discurso racional y abarcativo.
Los Kirchner creen que el tiempo juega a su favor, pero esto puede no ser tan así. Dependerá de cómo se muevan las entidades ruralistas. Por ejemplo, es lúcido que los dirigentes ruralistas vengan a Buenos Aires a dialogar con la oposición al Congreso, un ámbito descuidado, casi menospreciado, por el oficialismo.
El gobierno no acierta en el discurso ni en los emisores. La Presidenta continúa irritando a casi
todos cada vez que habla. Tal vez tenga razón en algunas de sus críticas, pero el tono vela el mensaje.
Utilizar como puntas de lanza a Luis D´Elía, a Hebe de Bonafini o a algunas fracciones de la Juventud Peronista puede servir para abroquelar a la tropa propia, pero, por el otro lado, son figuras poco simpáticas para amplios sectores medios urbanos y rurales; a esta altura, quizás resten más de lo que suman.
Sin iniciativa, sin discurso, sin emisores. El gobierno necesita un giro de timón. Se les ocurrió un
relanzamiento el 25 de mayo, pero la iniciativa ya nació muerta. Primero, tiene que solucionar el
problema con el campo. Y sin embargo, la solución del conflicto no parece tan difícil: bastaría con
modificar un poco el esquema de retenciones móviles.
Pero, el kirchnerismo parece tener límites muy estrechos: retroceder es rendirse, acordar es
debilitarse. Es un estilo propio de un tiempo de crisis. Sin embargo, los números macroeconómicos del propio gobierno indican que, afortunadamente, ya no estamos en crisis.
(*) Editor del Diario Perfil