Esta nota no le importa a nadie. En las líneas que siguen se informa que un ex secretario privado de Néstor Kirchner, el gobernador de Santa Cruz y varios de sus familiares directos, y el contador del matrimonio K se asociaron en negocios millonarios y serán denunciados en los próximos días por lavado de dinero.
En la Argentina post primarias, post 50%, post Tecnópolis, post “la TNés adentro”, los datos que siguen guardan poca relevancia. Después de todo, ¿qué importan unos pequeños negocitos en el Sur?
Los hechos en cuestión son estrictamente ciertos y han sido cuidadosamente chequeados, pero serán sometidos, desde hoy, al escarnio de la propaganda: ¿por qué se publican y por qué justo ahora? ¿A qué oscuros intereses responde esta crónica? ¿Cuál es su vínculo con la Ley de Medios? Tal vez el gobernador, o sus familiares, el ex secretario de El, o el contador de El y Ella publiquen una solicitada de desagravio con la adhesión de varios artistas populares, dándole a los hechos el enfoque que deben tener: son parte de una campaña de los medios hegemónicos contra el campo popular.
Cuando apareció el primer rinoceronte en aquella pequeña ciudad de provincia, Jean y Berenger ni se inmutaron: los vieron correr, resoplar y perderse en la esquina y al rato, cuando otro rinoceronte cruzó, discutieron si era el mismo que había dado la vuelta o un rinoceronte nuevo. Y después se perdieron en la charla preguntándose si tenía un cuerno o dos, y si era un rinoceronte asiático o africano. En Rhinoceros, la obra de Eugene Ionesco, los amigos intuyen al día siguiente que se trata de una enfermedad contagiosa: todos en el pueblo se vuelven rinocerontes. Con el correr de los días, aquellos animales dejan de inspirarles miedo; comienzan a sentir respeto y hasta cierta envidia por ellos. “¿Y si son ellos los que tienen razón?”, se pregunta Berenger, que aún se resiste a la epidemia, parapetado en el techo de su casa. La idea de tener dos cuernos, la piel rugosa y dar bramidos comienza a seducirlo. Pero no vamos a contar ahora el final de la película. Es momento de contar los hechos que a nadie le interesan.
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