POLITICA

Los periodistas se pelean fogoneados por los K

El oficialismo, con sus militantes y periodistas afines, ha lanzado un verdadero acoso sobre sus críticos, que suelen responder como políticos y no como profesionales.

Galende charla con el productor del programa, Diego Gvirtz, en uno de los cortes de 678.
| Cedoc

En esta reflexión bicentenaria, el periodismo puede mejorar su grado de autoconocimiento. Un avance importante sería distinguir qué es lo nuevo y qué no lo es. Las riñas de periodistas, por ejemplo, son un clásico de la historia. Ya la oficial Gazeta de Buenos Ayres, primer papel periódico de la era republicana, mantuvo un tiempo dos ediciones semanales dirigidas por directores diferentes y enfrentados. La que aparecía los martes era saavedrista y la dirigía el clérigo Vicente Pazos Silva, mientras que la de los viernes estaba dirigida por Bernardo de Monteagudo y era pro Castelli.

La pelea terminó cuando ambos –al fin empleados públicos– recibieron la siguiente carta oficial “para evitar el extravío de la opinión pública”: “El gobierno ha determinado con fecha de hoy suspender la edición de los periódicos semanales que corrían a cargo de ustedes. A su consecuencia deberán ustedes cesar en el percibo de los goces que por aquel motivo disfrutaban (ustedes pueden) continuar ilustrando al público con sus periódicos, como lo han hecho hasta aquí, a su cuenta, usando de las facultades y derechos concedidos a todo ciudadano”.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
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Durante todo el siglo XIX, si las guerras civiles no eran en el campo de batalla continuaban en los diarios. Los duelos y los juicios de imprenta eran hitos.Los periodistas eran generales y volvían a ser periodistas.

Muchos de los próceres que hoy son bronce vivieron embarrados en los periódicos. Una de las más fenomenales riñas de periodistas fue nada menos que entre Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento. Tras la caída de Rosas, discutieron sobre qué periodismo convenía a la organización nacional. Alberdi escribió las Cartas quillotanas y Sarmiento le respondió con Las ciento y una. Sarmiento disparaba: “¿Qué es la prensa periódica de la Confederación? Lo que ordena la partida de presupuesto que la paga”. Y Alberdi le respondía: “¿Podrán ser (Benjamín) Franklin en el gobierno los que son (Facundo) Quiroga en la prensa?”.

El tucumano defendía un periodismo más colaboracionista con el gobierno fundacional de Justo José de Urquiza, mientras que el sanjuanino bregaba por un clásico periodismo de cuarto poder, una discusión que se volvió reiterativa. Durante el siglo XX, tuvimos un periodismo de seguridad nacional en las dictaduras y luego un periodismo de seguridad democrática. Hubo ciclos de periodismo de cuarto poder, incluso hasta un periodismo de seguridad cambiaria, que pretendió evitar explosiones económicas y sociales. Editar, finalmente, siempre ha sido una forma de hacer política.

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