El juez Rodolfo Canicoba Corral se comunicó con espíritu solidario con el amigo presidencial y jefe de los espías Gustavo Arribas. Le transmitió su ánimo colaborativo frente a la denuncia en su contra por supuestos giros de dinero en negro a través del financista Leonardo Meirelles, quien en Brasil confesó que pagaba coimas a diferentes gobiernos de América Latina. Pero el juez le advirtió un detalle importante que Arribas debía superar a solas: sus propias contradicciones en las versiones que brindó desde que estalló el escándalo hasta el presente. Se quedó con la sensación de que es difícil ser solidario si no se ayudan a sí mismos, según comentó entre quienes lo acompañan en el juzgado.
Hasta las ofertas de colaboración desde el interior del poder resultan insuficientes en un contexto cada vez más complejo para el Gobierno.
El ala económica insiste en creer que es suficiente con ordenar las cuentas públicas, sin comprender las particularidades de un capitalismo fallido como el argentino, que exige en forma incansable las ruedas de auxilio de las políticas públicas. Mientras tanto, el peronismo ya practica el doble juego de cosechar desgastes y azuzar conflictos con objetivos electorales. Y los jueces federales, desatados de viejas presiones y contribuciones, disfrutan la autonomía de acumular investigaciones para cuando las necesiten. Medio centenar de funcionarios ya fueron denunciados ante la Justicia, y la Oficina Anticorrupción reconoció que existen ochenta expedientes abiertos por conflictos de intereses.
Por el contrario, el Gobierno capitalizó la detención de César Milani, que por un lado lo retribuyó al enfrentar al kirchnerismo con sus contradicciones en materia de derechos humanos y, por el otro, sirvió como mensaje hacia un núcleo de instigadores clandestinos que habían tejido una red de inteligencia con retazos capturados de su paso por el Estado.
A Macri ahora lo obsesiona la procuradora Alejandra Gils Carbó, a quien vislumbra detrás del voluntarismo de un grupo de fiscales en investigar al Gobierno. “Ayudame a que se vaya”, repitió el Presidente a un puñado de políticos y amigos con incidencia en la Justicia. Se notó en la aceleración de denuncias y pedidos de juicio político contra Gils Carbó que se acumularon en Tribunales y el Congreso. Pero el convencimiento del oficialismo es que la salida de la procuradora se resolverá con una negociación política en la cual el justicialismo acepte darle los votos para echarla a cambio de ocupar otros casilleros con nombres del peronismo. Por ejemplo, las fiscalías vacantes. Incluso la silla vacía del defensor del pueblo.
La estrategia. La reacción macrista contra Gils Carbó es desordenada y se expresa en múltiples cabezas.
En el Congreso hay una decena de pedidos de juicio político y en la Justicia tres denuncias en su contra.
A su vez, el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires frenó la designación de 36 fiscales que no pudieron jurar al impugnar el sistema por el cual habían sido elegidos. Si la medida se consolida en la Justicia, los cargos quedarán sobre la mesa de negociación.
Guillermo Lipera, titular del Colegio de Abogados, ya se entrevistó con los jefes de las bancadas opositoras del Congreso, a excepción del kirchnerismo, y abrió una negociación que puede definir el futuro de Alejandra Gils Carbó.
Para el puesto de la procuradora hay demasiados candidatos, desde los fiscales Guillermo Marijuan y Germán Moldes, hasta el constitucionalista Alberto García Lema.
A Elisa Carrió le gustaría ver en el lugar a José María Campagnoli, pero los avales en el Poder Ejecutivo son escasos.
El afán por reemplazar a Gils Carbó provoca en Comodoro Py sobreactuaciones. Y mientras tanto, la procuradora está dispuesta a resistir, como lo demostró en su viaje a Brasil en busca de información sobre las coimas del Lava Jato, un escándalo de corrupción que salpica para todos lados.
El macrismo necesita un triunfo electoral para alejar espectros. De lo contrario, Comodoro Py puede convertirse en un suplicio.
Una conexión invisible entrelaza la suerte del oficialismo en la provincia de Buenos Aires con su futuro en los Tribunales, donde le perdieron el miedo a la reacción del Gobierno. Nunca antes, por ejemplo, un jefe de la AFI había desfilado por Comodoro Py a poco más de un año de asumir. Sin vacilación, la postal fue leída como una muestra de debilidad. Y como el peronismo, los magistrados federales jamás se reverencian ante la flojedad.n