Consciente de las complicaciones de la economía nacional, Mauricio Macri lanzó esta semana una campaña para recaudar fondos para el PRO con la idea de sustentar el proyecto presidencial del jefe de Gobierno porteño.
Una de las formas de contribuir será online a través de la página oficial (pro.com.ar/donar) con una simple tarjeta de crédito (por ahora sólo acepta Visa) con montos que van desde los $ 50 como mínimo. Para asegurar la identidad de los aportantes, el partido cruzará información con la firma Veraz y se realizan cuatro preguntas personales antes de la donación.
Además de las microdonaciones en la web, en el gobierno porteño comenzó a circular un formulario por el cual el empleado autoriza que se le descuente de su recibo de sueldo un “aporte voluntario mensual para el partido PRO Propuesta Republicana”, según se puede leer en uno de ellos. Y aclara: “Dicho importe será deducido del impuesto a las ganancias”. Si bien no es obligatorio aportar, en el macrismo explican que existe una suerte de tarifario que propone que los directores generales desembolsen unos $ 1.200 (ganan $ 25 mil en mano), los subsecretarios $ 1.400 (ganan casi $ 30 mil) y los ministros, “lo que quieran”. El descuento aparecería en los próximos recibos de sueldo.
Las donaciones son una práctica habitual de la política. Por caso, off the record, varios legisladores porteños de UNEN reconocen que entre el 20% y el 40% de su salario es “para el partido”. Algo similar ocurre con el kirchnerismo y hasta con los partidos de izquierda, que salvo por los ingresos del Gobierno a los partidos o las fotocopiadoras de algún centro de estudiantes, tienen dificultades para sostener las estructuras.
Según la ley de financiamiento de partidos políticos las personas físicas que decidan aportar al PRO no podrán superar la suma anual de $ 1.858.000, mientras que si se trata de personas jurídicas, no podrá ser mayor a $ 929 mil.
De todas formas en el PRO también buscarán generar nuevos aportes el lunes por la noche cuando se reúna, en el Hotel Hilton, el grupo denominado G25, un conjunto de empresarios jóvenes que apoyan al macrismo (muchos de ellos trabajan como funcionarios). El ágape lo animan el ministro de Educación, Esteban Bullrich, y el subsecretario de Transporte, Guillermo Dietrich. El año pasado el evento juntó a más de mil personas y hubo una colecta. Justamente Dietrich, a quien ya apodan “el hombre Metrobus”, estuvo esta semana en Mendoza junto al concejal Gustavo Senetiner y luego viajó a San Juan con el diputado Eduardo Cáceres.