Susana Malcorra comienza a delinear el perfil de la nueva Cancillería. Mostró que está dispuesta a escuchar a las voces con más experiencia, pero también dejó claro que no jugará en favor de ninguna de las “tribus” –término que se utiliza para definir las distintas corrientes políticas del cuerpo diplomático–. Además, fuentes de la nueva gestión insistieron en que no habrá “caza de brujas” ni “persecución” a los sectores que entraron al ministerio durante la gestión kirchnerista.
Alcanzar este equilibrio será un desafío. El personal diplomático y administrativo creció en los últimos años al punto de que no hay suficientes escritorios para todos los empleados. Como referencia, en 1999, la Cancillería tenía 800 diplomáticos, hoy son más de 1.400. Empleados de carrera consultados coincidieron en señalar que hay numerosas personas que ni siquiera se presentan a trabajar o no lo hicieron por años y aparecieron ahora.
Por otro lado, muchos creen que tarde o temprano habrá un choque con los cuadros militantes que entraron en los últimos años. “Espere a que prohíba venir con ojotas”, advirtió entre risas un diplomático.
Sin mostrar preocupación por estos augurios, la canciller tuvo un gesto de reivindicación con los diplomáticos más experimentados al visitar este martes el Consejo Argentino de Relaciones Internacionales (CARI), una institución que había sido descalificada por Héctor Timerman.
Algunos de sus interlocutores, consultados por PERFIL, coincidieron en señalar que encontraron a una persona que sabe escuchar diversas opiniones y tomarlas en consideración, pero que también es firme a la hora de tomar decisiones. Justamente por esta firmeza, en sus épocas como CEO de Telecom se había ganado un apodo: Angela Merkel.
