El escándalo de la presunta red de espionaje ilegal que habría operado en el país, y que involucra e inquieta a la clase política, judicial, y empresarial argentina, sumó esta semana un capítulo de gravedad institucional. Fue cuando se conoció públicamente que los ministros de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti, habrían sido víctimas de la trama que se investiga en la Justicia Federal de Dolores. Allí declaró como testigo, el jueves, Gonzalo Bouzat, ex socio de Rosenkrantz, alcanzado por la maniobra. Fue luego de que el pasado fin de semana declarara en indagatoria y en pos de conseguir un acuerdo como posible imputado colaborador, el ex espía Rolando “Rolo” Barreiro.
Pero si el hecho sumó sorpresa al ya enrarecido clima del Palacio de Tribunales, la falta de contacto por parte del Ejecutivo, tampoco ayudó a calmar las aguas. “No hubo ni un llamado de cortesía. Nada”, explicaron desde el máximo tribunal. Parte de las fuentes allí consultadas consideraban que lo que sucedió ameritaba una intervención. “Una presunta red espía a dos jueces y nadie se hace eco, averigua o se pone a disposición”, se preguntaban. También sobresalían los tiempos y los datos de los investigados.
E hicieron alusión a que el propio Rosatti fue quien se manifestó públicamente sobre el destino de la oficina de escuchas, una suerte de piedra preciosa de la inteligencia o seudo inteligencia local, lo que lo podría haber convertido en una presa de observación.
Otro aspecto que generó preocupación fue que los titulares de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) se hubieran desligado del tema. “Opera una banda y la Inteligencia local no lo sabe”, coincidían.
Según pudo saber PERFIL, por el caso un sector del máximo tribunal no planea por el momento accionar sobre el tema. Prefieren ver cómo avanza el magistrado Alejo Ramos Padilla, en la investigación. Hasta ahora varios definen a Ramos Padilla como un juez que viene manejándose de forma “sobria” y “respetando los tiempos procesales”, lo cual consideran un detalle clave por estas horas.
La declaración del espía Barreiro hizo alusión a los viajes tanto en relación a Rosenkrantz como Rosatti. En ambos casos, la información contendría errores e imprecisiones sobre los destinos.
Para Ramos Padilla, no hay obstáculos para evaluar un acuerdo de arrepentido con Barreiro
La versión de Barreiro. “Otra cosa importante que pasó y vi es que estando trabajando en el country, un día voy a la casa de D’Alessio para plantearle un tema vinculado a la seguridad del country, a lo cual él estaba con una computadora trabajando y empezó a hacer alarde diciendo algo así como ‘va a ver un quilombo bárbaro, no entiendo este tipo cuando viajan tanto a Panamá’ y esas cosas, y me dice ‘vos podés creer que este Rosenkrantz y el tal Rosatti’ –que son los nuevos creo que jefes de la Corte Suprema o algo así– y siguió diciendo ‘va a ver un quilombo bárbaro porque no van pode explicar tantas entradas y salidas a Panamá y Miami’, como que sabía los viajes de los tipos y nombró ‘ya con el quilombo de los Panamá Papers era un desastre”’y cosas así, como que lo que él estaba viendo era eso”, contó ante el juez Ramos Padilla el ex espía de la AFI Barreiro.
Y amplió: “Cuento todo esto porque, primero en el momento esto me daba más credibilidad en el tipo de que él era agente de la AFI o el Ministerio de Seguridad porque no podía ser que él estuviese tocando temas tan sensibles, como invitando a un senador a su casa o teniendo reuniones con él por cosas así. Todo esto es para decir por qué yo le creí en ese momento y ahora a la distancia me doy cuenta de que hay cosas que eran mentira y son bastantes graves”.
H.B.