“Hay que desdramatizar”. Esta es la frase que más usó Máximo Kirchner en las últimas horas. La escribió por WhatsApp, se la dijo a los dirigentes con los que se reunió y la mencionó en las charlas telefónicas que tuvo. A los propios les pidió responsabilidad y conservar el perfil bajo sin ninguna declaración que genere más disputas en la alianza de gobierno. Promete que su renuncia a la presidencia del bloque no irá más allá. El diputado asegura que no dejará el espacio, que no armará un interbloque y, aun más: aunque se descarta que sea un voto en contra, solo adelanta que no boicoteará el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y deja abierta una incógnita sobre su participación al momento de levantar o no la mano.
Desde el lunes, cuando presentó su renuncia a la conducción del bloque del Frente de Todos, Máximo Kirchner intentó seguir su agenda como si nada hubiese pasado. A las conversaciones que tuvo que tener con su tropa, para descomprimir y no escalar un nuevo conflicto interno, las combinó con encuentros y charlas con intendentes y el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, en las que priorizó hablar de gestión. “El antes y el después es solo en términos legislativos y como conductor del bloque”, dicen en su entorno más íntimo.
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“Hay que desdramatizar”, le repitió a cada uno de los dirigentes de La Cámpora con quienes se encargó de hablar. El objetivo era que la crisis interna no escalara. Todos hicieron silencio porque el diputado les pidió no generar más polémica. Máximo Kirchner no se movió por impulso. Lo hizo convencido de que era lo que debía hacer y sostiene la decisión, incluso cuando sabe que con su renuncia hay sectores que pueden volver a mirar con simpatía al Presidente. El diputado se limita a conservar su núcleo duro y cree que su vida política debe continuar, pero ahora como titular del PJ bonaerense.
No solo los legisladores que responden al kirchnerismo hicieron silencio. También se mantuvieron sin hablar quienes tienen como jefes políticos a los gobernadores, dirigentes gremiales y el albertismo. “Estábamos muy preocupados por no saber hasta dónde escalaba el conflicto. Nos imaginamos el lunes una crisis del bloque, martes crisis de gabinete, miércoles crisis de gobierno. Entre muchos hablamos: nadie discute con nadie ni hace valoraciones de ningún tipo”, reconoció ante PERFIL un diputado.
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Quienes rodean al líder de La Cámpora explican que esta vez no fue un mensaje a Alberto Fernández. “Queremos que entienda que no era un gesto para llamarle la atención o para que vaya en otra dirección como sí lo fueron las renuncias públicas después de la elección, con las que se buscó un cambio de gabinete inmediato”.
El titular del PJ bonaerense también repite que no boicoteará el tratamiento del acuerdo en el Congreso y que no todos los legisladores de La Cámpora y el kirchnerismo deben votar de la misma manera. “El acuerdo se va a aprobar”, dicen. Sobre su voto en contra, Máximo Kirchner ni siquiera se lo confirma a los legisladores que buscan saber hacia dónde ir.
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“No puede decir que vota en contra de algo que hoy no existe”
Lo cierto es que Máximo Kirchner no levantará la mano pero hay abstenciones y ausencias que serán importantes al momento de la votación. En la oficina del diputado creen que en estas semanas podría lograrse un documento final más favorable para la Argentina. El legislador no tiene apuro. Ya no conduce el bloque pero, junto a Cristina Kirchner, controlan casi cuarenta diputados y esperarán para avanzar en la estrategia final.
A cargo del Poder Ejecutivo mientras Fernández está de gira, esta vez la vicepresidenta evitó las cartas y fue su hijo quien la redactó. Marcó sus diferencias por el acuerdo con el organismo internacional pero también se mostró molesto por el trato recibido dentro de la alianza.
Las miradas de desconfianza hacia Martín Guzmán volvieron. Aunque dicen que no era el objetivo, cambiaron la estrategia comunicacional ante el acuerdo. “El viernes Guzmán estaba celebrando como si fuese una buena noticia, nadie está feliz por esto y ahora hasta el propio Guzmán lo dice”, explican desde el Congreso. Y agregan: “Quizás en estas cuatro semanas pueda resistir los pedidos del FMI”.
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¿Por qué renunció a conducir el bloque?
“No podía defender un proyecto en el que no cree y está en desacuerdo”, dicen desde su despacho. Admite que el Congreso no tenía una dinámica aceitada con el Poder Ejecutivo. La fallida votación del Presupuesto fue el momento en el que comenzó a pensar en renunciar.
Desde la Casa Rosada creen que “la incomodidad de Máximo era por el lugar que ocupaba en el bloque, él quiere defender las cosas en las que cree sin tener que negociar ni contemplar al conjunto, y esa es su manera de construir el FdT, fortificando el espacio propio”. Y coinciden en que la discusión por el Presupuesto 2022 fue un punto de inflexión: “Ese día quedó claro que él quiere hablar de la manera que él quiere y no quería hacer lo que hay que hacer en el Congreso, que muchas veces se trata de disimular”.
Los diputados oficialistas quedaron en una posición incómoda y lanzaron críticas al movimiento de Máximo K. “Convicciones tenemos todos”, le dice a PERFIL un diputado que deberá levantar la mano para aprobar el acuerdo. Sergio Massa y ahora Germán Martínez están conteniendo a los legisladores que van a ser señalados por su acompañamiento al proyecto. Son muchos los que se muestran molestos.
¿Renunció entonces también al pragmatismo que lo llevó a ser uno de los dirigentes que trabajaron en el armado de la coalición? Detallan que no y que esto también tiene que ver con posicionamientos estratégicos: conserva su núcleo duro y comienza a marcar un camino que para 2023 pueda mostrar disidencias con los próximos dos años de gobierno.
Desde China, la comitiva presidencial busca dar por superada la crisis y que se pueda avanzar en el temario enviado para las sesiones extraordinarias. “No entendemos que lo de Máximo sea una definición ni de Cristina ni de La Cámpora, y tiene que ver con determinados proyectos, vamos a poder mostrar un buen funcionamiento en las próximas semanas en el Congreso”, dicen. Como cada vez que emprende una gira, Fernández vuelve con una mirada optimista de su gobierno. Habrá que esperar para saber cuándo será la próxima vez que la política doméstica lo vuelva a sacudir.