El gobernador de La Pampa Sergio Ziliotto volvió a plantarse frente al Gobierno nacional: le reclamó por las deudas de la Nación a la Provincia. Llegó a Buenos Aires para reunirse con el jefe de Gabinete, Manuel Adorni, y con el ministro del Interior, Diego Santilli, y se retiró dejando en claro que, aun cuando el diálogo existe, la distancia política persiste. La Pampa no acompañará el Presupuesto 2026 y no lo hará -según dejó trascender- porque el proyecto “no contempla los intereses de las provincias”.
La frase podría sonar predecible en un calendario en el que cada gobernador mide costos y beneficios frente al poder central. Pero Ziliotto fue más allá y agregó un matiz incómodo para Balcarce 50: el reclamo por la deuda que Nación mantiene con la provincia. “Esto no es un toma y daca”, disparó, corriéndose de la lógica transaccional que rodea las negociaciones previo al llamado a sesiones extraordinarias.
El encuentro con Adorni y Santilli tuvo el tono protocolar que el Gobierno intenta instalar para mostrar normalidad. Pero en la letra chica aparecieron las tensiones de siempre. Mientras el ministro del Interior busca sumar respaldos para que el Presupuesto 2026 llegue al Congreso con una mínima red de contención, Ziliotto replicó que La Pampa no avalará un diseño fiscal que, según interpreta, recentraliza recursos y debilita a los mandatarios provinciales.
En el entorno del gobernador aseguran que la presencia en Buenos Aires no implicó ningún acercamiento político, sino la necesidad de decir las cosas cara a cara. El reclamo por la deuda —cuyos montos la provincia viene actualizando año a año y que nunca encontró respuestas consistentes del Estado nacional— volvió a ocupar el centro de la escena. La Pampa lo coloca como una obligación pendiente, no como una ficha de negociación. De allí el mensaje: “Esto no es un toma y daca”.
La Rosada, sin embargo, lee la jugada en clave parlamentaria. Con varios mandatarios dialoguistas poniendo precio a cada voto y con los gobernadores más alineados al peronismo ya decididos a votar en contra, cada provincia cuenta. Por eso Santilli buscó tender un puente, aun sabiendo que el pampeano es uno de los que más difícil lo pondrá.
Ziliotto, en cambio, eligió reforzar un perfil que viene construyendo desde la asunción de Milei: oposición institucional, sin estridencias, pero con una narrativa de defensa federal que en La Pampa -una provincia históricamente atenta a los fondos de coparticipación y a los litigios por deudas nacionales- tiene alto rendimiento político. Que lo haya hecho después de un encuentro con dos figuras centrales del gabinete es, en sí mismo, un mensaje: diálogo sí, alineamiento no.
Mientras el Gobierno busca cerrar números, voluntades y apoyos para un Presupuesto cuya ingeniería fiscal todavía genera ruido incluso dentro de sus aliados, Ziliotto se anota entre quienes ya avisaron que no están dispuestos a levantar la mano. Y lo hace con un argumento que, guste o no en la Casa Rosada, tendrá eco en el resto del mapa provincial: si el proyecto no incluye a las provincias, las provincias no incluirán al proyecto.
LT
