Roberto Lavagna anunció esta semana que suspende su campaña en lo que fue, paradójicamente, la acción más resonante de su rally presidencial. El candidato de Consenso Federal realizó el anuncio rodeado de las principales figuras que integran el frente, en una semana en la que la atención pública se centró en la negociación entre el oficialismo y el principal frente opositor. Pero no tuvo respuesta positiva de ninguna de las fuerzas mayoritarias.
Antes de su anuncio del jueves, el economista sonó primero entre empresarios como una posible opción para galvanizar las fuerzas antikirchneristas ante una improbable renuncia a la reelección de Mauricio Macri. Más tarde, fue nombrado por Alberto Fernández como un hombre que podría encabezar la cartera de Economía.
En medio de estas declaraciones y rumores, Lavagna reivindicó el lugar en el que quedó en las PASO, muy lejos del 15% con el que alguna vez soñó su equipo de campaña para perfilarlo como un actor capaz de romper la polarización.
Tras alcanzar el 8,22%, “consideraron que el resultado electoral de las PASO dejó establecido a Consenso Federal como tercera fuerza (...) y con la perspectiva de convertirse en octubre en segunda fuerza y disputar el ballottage”. Ante la debacle del oficialismo destacaron que Consenso era la única “fuerza con proyección de crecimiento con miras a octubre”.
Dos días después, sin embargo, decidieron dar un golpe de efecto y anunciar que suspendían la campaña, a pesar de que esta solo comenzaría el próximo 7 de septiembre, según el calendario electoral. Este dato recordó Fernández al ser consultado por el anuncio de Consenso Federal.
En concreto, Lavagna invitó “a todos los candidatos a cancelar las acciones electoralistas” por “varias semanas” y reclamó gestos que permitan recuperar la confianza “interna y externa”. Aclaró que el llamado no implicaba dejar de dar entrevistas para opinar sobre la actualidad, sino suspender “el marketing politiquero en un momento tan difícil”.
Además, pidió formar una “mesa de consenso”. En el caso de esta última, no hubo respuesta del Gobierno y Alberto destacó que la responsabilidad de una convocatoria semejante correspondía ya al próximo gobierno, y no era una salida para la situación actual.