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Ni la presión de Kirchner pudo evitar el desguace de la Resolución 125 y la vuelta a las retenciones fijas

¡Qué alivio representa para la ciudadanía saber que el Congreso existe! Ha quedado bastante desinflada la figura del titular del PJ a quien le gusta jugar al agua en Carnaval, pero que cuando lo mojan… se enoja.

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Los platillos de la balanza de la política han encumbrado durante la semana al Poder Legislativo como un órgano vivo. Con todas sus imperfecciones a cuestas, aunque haya un oficialismo demasiado dependiente del Ejecutivo o una oposición poco propositiva y aunque hayan sido sólo siete los votos de diferencia y a sabiendas de que parte de las retenciones móviles volverán a ser fijas hasta el 31 de octubre próximo, un soplo de aire fresco llegó desde la Cámara de Diputados. íQué alivio representa para la ciudadanía saber que el Congreso existe!

Del otro lado, como contrapeso, ha quedado bastante desinflada la figura de Néstor Kirchner, el titular del PJ a quien le gusta jugar al agua en Carnaval, pero con una particularidad rayana en la histeria: cuando lo mojan… se enoja. Y ya se sabe que, en política, el que se enoja comete errores y también que, a la corta o a la larga, pierde. Hoy, su credibilidad está en terapia intensiva. Por ejemplo, el ex presidente suele hablar siempre muy suelto de cuerpo y con amplitud mental de la diversidad de opiniones, de las verdades relativas y pide siempre tolerancia cuando expresa un pensamiento, pero cuando alguien se le anima a expresar una crítica o al menos una divergencia, saca siempre un furioso latigazo contra las ideas de los demás o busca descalificar a las personas antes que a los argumentos, ya sean de opositores, periodistas, del vicepresidente de la Nación o de la mismísima Corte Suprema.

Sin embargo, éste no es el único fallido que ha mostrado por estos días cómo Kirchner ha perdido manejo a favor de una obcecación creciente, impropia de un político de raza, quien ha mostrado como su mayor pecado el hecho de haber esmerilado de modo indirecto la figura de su esposa, la presidenta de la Nación. Merced a ese protagonismo, Cristina ha quedado relegada a un segundo plano casi protocolar, función que quedó expuesta el viernes, cuando le entregó la bandera nacional a Emanuel Ginóbili para que la lleve a los Juegos Olímpicos, mientras recomendaba hacer deportes, casi como si fuera un tratamiento para políticos en desgracia ("oxigena la cabeza y ayuda a pensar mejor").

Desde lo comunicacional, no sólo la propaganda oficial que mezcla a exportadores con productores, fechas de venta con fechas de embarque y tonelajes con precios muestran un manejo muy primitivo de la situación, ya que no convencen a nadie (ni a los que entienden ni a los que no entienden) sino que la irritación permanente del ex presidente genera un claro rechazo de su discurso por los moderados y es posible que hasta canse a muchos que se decían sus seguidores. Lo que es seguro es que sus arengas para la televisión no le suman militantes, mientras cada día los de afuera se le animan un poco más, ya que su mayor debilidad es que le han tomado el tiempo, aunque el peligro para su imagen y la del Gobierno todo está en que, ante esta circunstancia, se siga radicalizando.

El doble discurso de Kirchner también se ha repetido en la forma en cómo se intentó destrabar el desaguisado de las retenciones móviles. Con la moneda en el aire todavía, ya que aún falta la instancia del Senado, lo que se desprende con mayor claridad del proceso que derivó en el envío de la Resolución 125 al Congreso es que la pasión para que no se toque ese instrumento puede ser para el ex presidente parte sustancial de su epitafio político.

Después de casi cuatro meses de tironeos y para no desairar al Ejecutivo, ya que aprobar a libro cerrado lo que mandaron los Kirchner era inviable políticamente, los diputados utilizaron una fórmula que, por carácter transitivo, desactivó totalmente la pretensión de la Casa Rosada de mantener la 125 a pleno, aunque lo diga el artículo 1 del proyecto de Ley. En rigor de verdad, el tratamiento legislativo la diluyó en buena parte, con un alto costo en materia política, aunque también con una ineficiencia manifiesta en lo que hace a la instrumentación, ya que la solución abordada de aplicarla y restituir luego el dinero recaudado significa algo así como ir de Buenos Aires a Mar del Plata, aunque haciendo una parada en Bahía Blanca.

La singularidad del método no resigna algo que cala hondo en la ideología gobernante, como es la potestad del Estado burocrático de ser el asignador discrecional de recursos, pero lo cierto es que lo que anunció durante la madrugada el jefe del bloque del Frente para la Victoria, Agustín Rossi -que luego se plasmó en el dictamen votado- transformó para los productores más chicos la fiereza inicial de las retenciones en un gatito alimentado con leche.

La llave para destrabar la reticencia de muchos diputados fueron esas compensaciones diferenciadas, las que reducirán las retenciones móviles durante esta campaña agrícola y las dejarán en un valor fijo mucho menor, cueste lo que cueste el cereal. Así lo dijo justamente el muy leal Rossi, quizás sin advertir que estaba mostrando el traspié de los Kirchner de modo flagrante: "más de 85 por ciento de nuestros productores van a quedar fuera del alcance de la Resolución 125 y quienes produzcan hasta 300 toneladas van a pagar una retención efectiva de 30 por ciento", número que inclusive está por debajo de aquel 35% que impuso el ex presidente en noviembre último y que rigió hasta el 10 de marzo.

Como se eliminó la segmentación por superficie explotada, quedó en claro que se pagarán retenciones por el volumen de producción y en ese orden el paquete de compensaciones se amplió para los que produzcan entre 300 y 750 toneladas de soja o girasol, quienes ahora van a tributar 35%, mientras que a los productores de hasta 1.500 toneladas, por las primeras 750 se les retendrá un neto de 35% y recién desde allí comenzará a jugar la movilidad, ya que el resto se regirá por el sistema diferencial de alícuotas que establece la Resolución 125.
En tanto, la media sanción de los diputados promete ahora la liquidación de esos reintegros a los 30 días -si la AFIP lo autoriza- mientras que se mantuvieron las compensaciones por flete para los productores ubicados a más de 400 kilómetros de los puertos. Además, se le transfirió a la ONCCA (órgano descentralizado que depende de la secretaría de Agricultura) toda la manija "reglamentaria e interpretativa", lo que ya ha puesto a los dirigentes agropecuarios en alerta, debido a que la dependencia tiene línea directa con Néstor Kirchner.

El ex presidente se ha enredado tanto en la ideologización de su discurso y en la crispación de las formas que hasta pasan de largo algunas apelaciones a la sensatez, como la que hizo el jueves ante los metalúrgicos de la UOM, cuando pidió que el campo acepte de buen grado el resultado de la votación del Congreso, como resultado del juego democrático, sin cortes ni trastornos para la población. La idea de volver a las rutas había estado rondando en la mente de algunos dirigentes del agro, aunque más como presión que como algo efectivo, situación que fue desactivada al término de la votación por las declaraciones contemporizadoras de los presidentes de las cuatro entidades.

En todo caso, los dirigentes agrarios, o aún los chacareros que se sientan perjudicados, podrán ir en queja a la Justicia, quien deberá expedirse sobre todo en relación a las alícuotas que se consideran confiscatorias. Con esta Ley en vigencia, quienes producen más de 750 toneladas pagarán, a estos valores internacionales de la soja, una alícuota superior a 50 por ciento, un número que la jurisprudencia de la Corte debería fulminar.

En ese aspecto, el modo tan poco elegante que usó Néstor Kirchner para dirigirse al titular del Tribunal, Ricardo Lorenzetti ha sido una mancha más para el titular del justicialismo, quien le pidió que desmienta una información que involucraba a la Presidenta y a un pretendido consejo suyo sobre la eventual inconstitucionalidad de la Resolución 125. Fue de tal calibre la intromisión pública del ex presidente y tan desdorosa para la investidura del magistrado que no le dejó a la Corte más salida que un Comunicado que gambeteó la situación con una frase hecha, pero efectiva, del orden de no nos metemos en situaciones políticas y hablamos por nuestros fallos.

Durante la semana, también siguió el cruce entre el Ejecutivo y el vicepresidente de la Nación, Julio César Cobos, de quien los Kirchner dicen que llegó allí exclusivamente por su voluntad y a quien ministros y algunos de sus pares kirchneristas de la Cámara Alta han mandado durante la semana con poca elegancia a tocar la campanita en el Senado.

Más allá de algunas actitudes que se consideraron belicosas en la Casa Rosada, Cobos quedó de la vereda de enfrente del Gobierno, apenas minutos después de que Kirchner pidiera "votos" y obediencia y cuando el vice dijo con todas las letras "consenso, no votos". Allí, el titular del Senado blanqueó que estaba en contra del proyecto oficial y adelantó que los diputados de la Concertación K (en realidad 6 de 10) apoyarían el texto alternativo de Felipe Solá.

La paranoia oficial le endilga al vicepresidente ser un factor de desestabilización, para quedarse con el Gobierno, como si eso fuera posible para un ex radical sin apoyatura y con la avidez del peronismo por detrás. Lo que es seguro es que se operará cada día más fuerte para aislarlo, como también que el oficialismo no se podrá dar el lujo de llegar con paridad a la votación en el Senado, ya que Cobos no puede votar, pero sí puede desempatar.

Por ese motivo, se le ha pedido a Eric Calcagno, segundo suplente de Cristina Fernández que vuelva a su banca en la Cámara Alta desde su puesto en el ministerio de Economía (está con licencia), para sumar un voto más a la causa presidencial. Por último, la Presidenta declinó por segunda vez viajar a España, en una visita a la que se iba a dar el carácter de "oficial plus", es decir con llegada al Rey Juan Carlos, inclusive.

Si bien hay temas de la agenda económica bilateral que están vidriosos (Aerolíneas Argentinas, Telefónica) desde la Moncloa dicen comprender que Cristina haya suspendido el viaje con menos de 10 días de anticipación, debido a los problemas internos que adujo, derivados de la crisis con el campo, en la que su vicepresidente le patea en contra. ¿Cómo traspasarle el mando a quien hoy se considera un enemigo? Vale.