“Si no se va Marcos, los cambios no tienen sentido”. Una de las voces políticas que aún detenta el oficialismo lo describe crudamente. Es que son horas decisivas para el jefe de gabinete, Marcos Peña. Tras la confirmación de la renuncia de Nicolás Dujovne de Hacienda, en el macrismo crecen las especulaciones sobre una inminente salida de Peña del gabinete para que se ocupe exclusivamente de la campaña nacional. En su entorno más cercano, al cierre de esta edición, volvieron a negar un alejamiento.
Sin embargo, bajo la idea de oxigenar el gabinete, como pocas veces se sumaron las voces que presionan para que haya un recambio en la Jefatura de Gabinete. Desde el año pasado el presidente Mauricio Macri no quiere que se aleje Peña, a pesar de los pedidos –ruegos en algunos casos– de empresarios, dirigentes y hasta de sus propios funcionarios.
Las versiones sobre su alejamiento nunca dejaron de correr en las últimas 48 horas. Y con la salida de Dujovne se acrecentaron. A diferencia de otras crisis, en el gabinete oficialista nadie se atreve a afirmar tajantemente que se vaya a quedar.
Peña es el hombre más cercano al jefe de Estado. Desde que Cambiemos llegó a la Casa Rosada generó un esquema de concentración de poder –en su momento con dos vicejefes de Gabinete, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui– donde todas las decisiones pasaban por su figura. El Presidente llegó a llamarlo “el padre del PRO” a pesar de que su corta edad (42 años).
En este marco, no hay unanimidad de criterios. Hay quienes le susurraron a Macri que dejar ir a Peña sería una “señal de debilidad” y una suerte de salida anticipada.
¿Reemplazantes? Desde el ministro del Interior, Rogelio Frigerio –el elegido del círculo rojo y del gabinete– pasando por el actual vicejefe de Gabinete, Andrés Ibarra, un funcionario de bajo perfil y del riñón del Presidente. El viernes a ellos se había sumado el candidato a vicepresidente, Miguel Pichetto, pero él mismo se encargó de negarlo.
Como sea, el miércoles en la reunión de gabinete con los referentes parlamentarios ya se respiraba un aire distinto. El jefe de Gabinete se sentó al lado de Macri, y habló poco y nada. Se dedicó a moderar el encuentro, donde el Presidente le reveló a sus funcionarios el contenido de la charla con Alberto Fernández, se repasaron las medidas económicas lanzadas y los radicales Mario Negri y Luis Naidenoff intentaron imprimir algo de optimismo.
El domingo pasado había quedado muy expuesto. Sus vaticinios –y también los de Jaime Duran Barba– sobre una posible paridad entre Macri y Fernández fueron muy fuertes. En rigor, ninguna encuesta vio semejante distancia.
“Se tienen que ir los dos. Nicolás jugó como jugó porque había un termómetro político que le dijo que estaban bien”, confiaron en el Palacio de Hacienda, revelando el pensamiento del propio Dujovne por estas horas. Cerca de Peña siempre negaron su salida. Una vez más.
“Es una decisión personal de Mauricio. En otro momento te lo descartaba de plano”, plantea un ministro que, ante la crisis del oficialismo, prefiere no asegurar nada. Es que la incertidumbre se adueñó del Gobierno a todo nivel.