POLITICA
A 50 años de la muerte del General

Cómo fueron los últimos 100 días de Perón: la frase de la CGT que marcaba una lealtad a cualquier costo

"Preferimos perder con usted que ganar con otro", escuchó el Presidente de boca del jefe de la CGT, en una discusión por salarios.

Juan Domingo Perón
Juan Domingo Perón | CEDOC Perfil

A los 79 años, Juan Domingo Perón sabía que le quedaba poco tiempo. Cuando volvió de España para encarar la epopeya del tercer peronismo, que incluyó su propia tercera presidencia, era consciente de que semejante esfuerzo le restaría años de vida, pero lo asumió como un destino inexorable. Los primeros de sus últimos cien días en el mundo físico lo encontraron en una circunstancia incómoda: una puja salarial con los trabajadores, aquellos a quienes en los primeros años del movimiento había elevado al status de sujetos políticos y al manejo del poder a través se sus organizaciones. Se lo habían devuelto con adoración y una entrega definida en una palabra, lealtad, que en el diccionario justicialista adquirió un sentido propio.

Por eso, por contradictoria que siga pareciendo a la luz de los años, la frase que el General escuchó el 26 de marzo de 1974 en la residencia de Olivos no lo sorprendió para nada. "Anoche me lo preguntó un periodista, y yo le dije que el movimiento obrero prefería perder con usted y no ganar con otro", le dijo Adelino Romero, jefe de la CGT desde el asesinato de José Ignacio Rucci, seis meses antes.

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Por esos días de marzo del último año de su vida, la cabeza del Presidente estaba en varias partes. Avanzaba el reinicio del vínculo comercial con Cuba, que rompía el bloqueo que regía desde 1961.  Un acuerdo que involucraba 1.000 millones de dólares. Mientras, tenía un ojo puesto en lo que estaba sucediendo con el ala combativa del movimiento, que ganaba masividad mientras su discurso desafiante escalaba.

En un acto de la "Tendencia" en Atlanta, frente a 45 mil personas, Mario Firmenich no había andado con vueltas. El Gobierno había caído "en manos de los traidores desplazando a los leales a Perón", dijo, y convocó a "recuperar el gobierno para el pueblo y para Perón".

Los 100 días de Perón
Perón con Adelino Romero, jefe de la CGT

Para el jefe montonero, el Pacto Social planteado tiempo antes para estabilizar la economía y ponerle fin a la inflación estaba terminado. Cada vez más, era todo o nada. "Gritando fuerte, Perón, Perón o muerte", se hizo oír la multitud en el acto. Ese era el clima en esos meses, los últimos del General.

Con la fe perdida en la izquierda peronista después del asesinato de Rucci, el frente sindical se mantenía como el núcleo de confianza para Perón. Pero ahora en ese terreno el frente también estaba complicado, por el retroceso en los ingresos y en el bienestar. El 26 de marzo, los delegados a la Gran Paritaria, como se le llamaba entonces al instancia de negociación, fueron hasta Olivos a ver al líder. Por sus problemas de salud, Perón no iba a la Casa Rosada en esos días.

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Adelino Romero era un dirigente textil nacido en España. Su destino estuvo tan atado al de su líder que murió apenas 12 días después que el General. Aquel día en la residencia, como jefe de la CGT,  sintetizó los pedidos en tres puntos: "Un salario más o menos adecuado, un seguro de vida obligatorio para todos los trabajadores y una real garantía para el nivel de precios".

A Perón le parecían lógicos los reclamos, pero quizá con un gesto levantando la mano, les pidió moderación a los muchachos. Ahí llegó la frase de Romero, que dejó en claro que aunque seguían apoyando al líder, era evidente que iba a ser difícil recuperar lo perdido.

Finalmente, el 27 de marzo la Gran Paritaria Nacional se firmó y Perón dio a conocer lo acordado: se elevaba un 30% el salario mínimo, se aumentaban los sueldos y las asignaciones familiares, y además se fijaba que los empleadores debían contratar un seguro de vida obligatorio por un millón de pesos.

Pero no eran momentos dulces. Esa misma noche se anunciaron aumentos generales, que en el caso de la nafta llegaron al 100 % y por eso hubo manifestaciones de taxistas al día siguiente en distintos puntos de Buenos Aires. También subieron la electricidad y el gas. 

Los 100 días de Perón
Perón y López Rega

Días antipáticos y cada vez más cansadores para Perón, por el deterioro de su salud. Como a cualquier persona, las limitaciones de la vejez le generaban dependencia, especialmente de la figura de José López Rega, que aprovechaba para hacer y deshacer. Imponerle agenda, marcarle los pasos.

En su libro "Conocer a Perón", Juan Manuel Abal Medina, responsable del ala política del peronismo en los tiempos del tercer peronismo, cita una frase del empresario y consejero de Perón Jorge Antonio, sobre el secretario omnipresente del General: "Lo odiaba, lo despreciaba, pero le era cada vez más indispensable, en la medida que sus fuerzas eran menores". 

En aquellos días del último marzo de su vida, a Perón todavía faltaba un tiempo para su retorno al trabajo en la Casa Rosada, que se preodujo con la única condición de que aceptara una guardia médica permanente. Ya no había opción.

LT CP